ENCUENTRO.
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Mi hermana podía llegar a ponerse realmente pesada cuando se lo proponía, yo era una testigo bastante harta.
-¡Que si Jenn, prometo llamarte luego!- respondí de mala gana.
-La última vez también dijiste eso y, adivina, ¡No me llamaste!- noté la ironía reflejada en su voz-Vamos Sue, desde que has decidido irte a esa universidad tan lejana no tienes tiempo para mí, ¿Qué pasa con eso de contárnoslo todo? ¿Es que ya has conocido a algún tío raro y tratas de ocultármelo evitándome? Sé que no puedes mentir.
-¡Por Dios, Jenn, llevo aquí dos semanas! No he conocido a nadie y no tengo intención de hacerlo, estoy bien así. Ahora tengo que colgar, por si no lo has notado está lloviendo y no tengo presupuesto para otro móvil. Hablamos luego.- Dicho esto no esperé respuesta, colgué para no seguir escuchando nuevas propuestas hacia lo que debería hacer con mi vida amorosa y por qué nunca nadie me ha querido. Estaba harta de sentirme insuficiente.
No sabía muy bien a dónde ir, acababa de salir de la universidad en el turno de tarde y ya había anochecido. Me decanté por ir a una cafetería que quedaba a unas cuantas calles, además recordé lo que me dijo Alice, mi nueva amiga, mas que podía tomar prestados libros mientras estuviese ahí.
-Deberías ir, no es porque sea una fanática de sus cafés, que no lo niego, pero puedes echarle un vistazo a libros que tienen por allí.- Me dijo aquel día - Yo la semana pasada leí uno sobre algo de crímenes y no tenía desperdicio. Tel
Giré la esquina y me encaminé hacia allí confiando en que las palabras de mi reciente amiga fuesen ciertas. Si caminaba a este ritmo probablemente llegaría en unos diez minutos.
Para mi beneficio llegué cinco minutos antes de lo previsto, me moría de sed. Me senté en una de las mesas ubicadas en la esquina más lejana a la puerta. El lugar era muy sencillo, tenía una barra, a los lados de ella y de la entrada habían carros verticales con unos cuantos libros que, honestamente, no tenían muy buena pinta. Pedí un café con leche normal y ,como siempre, con doble de sacarina. En ese momento allí, sola, viendo a parejas y a amigos en distintas mesas me di cuenta de que era la única persona de la cafetería que estaba sentada sola, excepto por alguien, un chico. Tendría unos 19 años aproximadamente.
Era castaño, pero tenía la sensación de que con las luces tan tenues del lugar no podía ver en realidad todos los rasgos de él que en otra situación habría observado bastante atenta. Tenía un libro en las manos y, aunque no estaba muy lejos, mi horrible vista no me dejaba ver cuál era. Me daba curiosidad. Era fácil de leer, por su expresión podías intuir lo que estaba pensando. Tenía la sensación de que era alguien que llamaba la atención únicamente a aquellas personas que sabían apreciar la belleza en la sencillez.
En ese momento reaccioné, me había quedado demasiado tiempo mirándolo, sentí algo raro. Se levantó, debía medir metro ochenta, dejó lo que parecía ser un billete junto al libro en la mesa y comenzó a ponerse el abrigo para marcharse. Yo miré a mi libro que a penas había ojeado, estaba muy desgastado. Volví mi mirada a él, pero ya no estaba, había desaparecido. Miré a la puerta, buscando a aquel chico que me había intrigado tanto, pero no hubo éxito. Decepcionada cogí mi café, me bebí de un trago lo que quedaba de él y lo dejé en la mesa junto al libro. Antes de irme decidí acercarme a su mesa, quería ver qué había estado leyendo. Mi sorpresa se materializó en el momento en que vi aquel libro que yo conocía tan bien, Las Olas. Cada vez sentía algo mas raro. Salí de allí pensativa y confusa, no entendía mi intriga por él. Debía ser la universidad, aunque solo llevásemos tres días sentía que ya estaba haciendo algo mal, me tenía exhausta.
Llovía mucho, salí del local y me digné a caminar, pensando en todo lo que debía hacer al llegar a mi nuevo piso, cuando lo oí.
-¿Me espiabas?
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LA LLUVIA DE OCTUBRE
Fiksi UmumEs evidente que cuando la pólvora se junta con fuego, quema. Pero no tuvieron en cuenta lo que pasaría si se juntase con agua. Vendría la calma, y efectivamente vino. Arropada por la lluvia.