Invierno

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El frío se colaba por la puerta automática del local en el que trabajaba, cada que un cliente entraba una corriente de aire helado chocaba contra mi consiguiendo que tiritara por su culpa.

Veía como cada uno de los clientes tomaba lo que necesitaba y se acercaba a las cajas registradoras para pagar sus cosas e irse, supongo que en busca de un refugio por el frío invierno.

Mi mirada pasaba de un lado a otro esperando a que llegara ese chico rubio que siempre viene por golosinas. Ciertamente era muy atractivo pero esa no era lo que me causaba curiosidad en él.

Era otra cosa la que llamaba mi atención, era su mirada llena de tristeza y soledad. Parecía alguien que quería ayuda urgentemente, pero simplemente nunca la pediría.

El tiempo pasaba y nunca apareció, sentí decepción, estaba segura de que iba a venir. Nuestro jefe llegó pidiéndonos que nos alistaramos para irnos pues ya era hora de cerrar, aún con el sabor de la decepción en mi boca tome un par de las bolsita de gomitas que siempre tomaba ese chico y las compré. Al menos iría comiendo algo hasta casa.

Una vez cerrado el local salí por la puerta de empeados comenzando a caminar hacia mi casa, a medio camino me detuve para sacar mi paraguas al sentir una gota chocar contra mi rostro.

Una vez abierto el paraguas iba a continuar mi camino pero entonces vi al chico rubio enfrente de mi. Parecia sorprendido al verme.

— Oye... —me tensé, nunca me había hablado a menos que fuera para pagar sus golosinas— ¿ya cerró el mini-market?

Asentí lentamente mientras tomaba con más fuerza mi paraguas y las bolsitas de gomitas. Él soltó un chasquido y empezó a marcharse por la dirección en la vino.

— ¡Espera! —tuve el impulso de hablarle, si no lo hacia ahora no lo haré nunca. Le extendí la bolsita sin abrir.

Enarcó su ceja ante mi acción, caminó hacia mi y tomo la funda, al estar más cerca pude ver que tenía un corte en el rostro, parecía reciente.

— Gracias —sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa—. Me llamo Mikey.

— Y yo soy ________ —hice el gesto de hacer una reverencia pero sin llegar a hacerla—. Em... ¿no te duele eso? —señalé la cortadura en su rostro a lo que el respondió levantando sus hombros mientras abría la bolsa y empezaba a comerse las gomitas.

Di un pequeño suspiro y hablé otra vez— Si quieres puedo ayudarte, tengo un botiquín en mi casa, no queda lejos.

Solto una risa antes de tragar lo que tenía en la boca— ¿Llevas a extraños a tu casa? —lo dijo en un tono burlón mientras acercaba su rostro al mío.

Nuestros rostros estaban a unos 15 cm de distancia. Su intención obviamente era molestarme o incomodarme pero no causaba ese efecto en mi.

Siguiendo su juego me acerqué a él de igual manera, diría que poco menos de 8 cm.

— No eres un extraño para mi —mire sus ojos fijamente— siempre buscabas la forma de pagar en la caja en la que me encontrase. No importaba si me movía de caja o si estaba ocupada con otros clientes. Buscabas la forma de cruzarnos.

Me alejé y emprendí de nuevo el camino hacia mi casa. Me giré luego de un par de pasos— Tu también me interesas, Mikey. Si quieres mi ayuda puedes seguirme.

Volví a caminar, pero esta vez pude escuchar sus pasos siguiéndome. La sensación de decepción en mi boca se cambió por un sabor dulce, supongo que culpa de las gomitas que acabo de comer.

 La sensación de decepción en mi boca se cambió por un sabor dulce, supongo que culpa de las gomitas que acabo de comer

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Quiero aclarar que la historia se encuentra ubicada un par de meses después del arco de Tenjiku.

Publicado: 21/09/2021

- Byakurō

Four Seasons [Manjiro Sano]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora