Cuarto Acto: Una Cita Para Romper Un Compromiso

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-¿Qué te gustaría comer? -comentó Kageyama, apenas ambos salieron de la institución

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-¿Qué te gustaría comer? -comentó Kageyama, apenas ambos salieron de la institución. Hinata ya no llevaba su bicicleta porque unas personas misteriosas de traje negro y gafas oscuras llegaron bajo las órdenes de Tobio para que llevaran el transporte a casa de su prometido.

-¿Me vas a invitar a comer? -respondió el menor, parpadeando y señalándose a sí mismo, como si no entendiera ese extraño gesto de bondad en alguien tan frío y serio como Kageyama, donde sólo en su mente había espacio para el voleibol y el resto era aire.

Kageyama recibió esa respuesta y no pudo evitar detener sus pasos. Shoyo tragó grueso al ver como la realeza altanera que iba enfrente, de repente se detuvo en un movimiento abrupto y giró un poco su rostro, para notar la figura delgada del chico que iba detrás de él, frunció su ceño, y Shoyo creyó que había tocado una mina desconocida. Los escalofríos no se hicieron esperar, y sólo pudo tragar grueso ante el color azul que no dejaba de examinarlo.

-Sí, tengo algo muy importante que quiero decirte -soltó de improviso, tomando desprevenido al chico porque se esperaba un buen golpe bien encestado en la cabeza o una maldición prolifera directo a su persona: en su lugar se topó a Kageyama con un leve rubor en sus mejillas y esperando con una paciencia casi intacta a que el joven de hebras naranjas respondiera.

Hinata no pudo evitar tener una sacudida en su pecho al ver esa reacción tan inesperada en alguien tan serio como Tobio. Seguía siendo toda una figura de autoridad, el príncipe de Miyagi y futuro Rey, con su enorme capa roja y su reluciente corona. Simplemente no pudo negarse, dando un respiro que se detuvo a medio camino y sus pies corrieron para llegar hasta su lado.

-Pues si hablas en serio, vamos a un restaurante familiar -pidió Hinata, dando una sonrisa de par en par y atreviéndose a tomar uno de los brazos del chico para envolverlo con el suyo.

-¿Sólo a ese lugar? -bramó, confundido y haciendo más pronunciada su delgada ceja al alzarla. Shoyo asintió y pronto soltó el brazo de Kageyama, dejando un ardor a su paso que lo detuvo en cuanto a sus propios sentimientos, se sintió vacío cuando Shoyo alejó su calor de su cuerpo.

-¡Sí, la otra vez fui con mi hermana Natsu y había un sushi muy rico! -describió, ampliando su sonrisa y ahora siendo él quien se adelantaba unos cuantos pasos para ponerse frente a él, y estirar sus brazos a sus costados, con emoción-. ¿Sabes? Ese sushi es muy largo y grande, es como de 10 centímetros... -concordó, teniendo una extraña ilusión en sus ojos que dejó mudo a Kageyama.

«Realmente no es tan grande», cruzó por la mente de Kageyama, pero no se atrevió a contradecirlo.

-¿Lo has probado, Kageyama?

-No -declaró sin dudar, siendo una persona honesta en todo momento.

-Entonces debes de probarlo. -Invitó el chico de menor estatura, con ese acostumbrado brillo radiante que tanto lo caracterizaba.

Shoyo & Su Rey [KageHina] | En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora