Séptimo Acto: Propuesta Informal

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Hinata observó de reojo al chico que estaba de pie cerca de la entrada de su habitación, con una secadora en manos encendida y se la paseaba por sus propios cabellos

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Hinata observó de reojo al chico que estaba de pie cerca de la entrada de su habitación, con una secadora en manos encendida y se la paseaba por sus propios cabellos. Hinata, por su parte, ya estaba completamente vestido, con la ropa prestada de Tobio y no pudiendo evitar la imagen que se le estaba presentado: Tobio tenía que tener la cabeza seca para poder cambiarse, por lo que desde hace un rato tenía al casi desnudo futuro Rey sólo con una toalla enredada en su cintura.

Tobio Kageyama tenía un cuerpo de envidia, pudiendo atribuirse a su arduo trabajo en el voleibol. ¿Saben? Para Hinata era difícil tener la vista en otro lado, quería enfocarse en ver las cortinas costosas de la habitación, o la cama con cobijas rojizas de un gran tamaño. ¡El cuarto de Tobio era casi del tamaño de la mitad de su casa!

Pero eso no era lo importante ahora... no... ahora era el deseo incontrolable de Shoyo para captar por el rabillo del ojo el pecho desnudo de su compañero del club. Sus pectorales eran llenados por algunas gotas que le acariciaban el cuerpo, paseándose y dejando a Shoyo con el deseo culposo de querer ser esas gotas.

«¿Qué demonios estoy pensando?», se golpeó internamente Hinata, entendiendo que sus verdaderos sentimientos iban saliendo a la luz y se obligó una vez más a apartar la mirada. Sus manos se posaron sobre la toalla enredada en sus cabellos, pensando en que debería de comenzar a secarlos, entretenerse de una forma diferente.

Debía de arreglar el malentendido después de eso. En definitiva no podía permitir que todo fuera creciendo y terminara en algo que no pudiera manejar.

Sin embargo, como si la suerte no estuviera de su lado, y que la muy maldita se quisiera burlar de él, mientras sus manos paseaban sobre la toalla, enredando sus hebras naranjas más de lo que ya eran naturalmente, y trató de cerrar sus ojos para así no ver nada... ¡la imagen del príncipe menor sin camisa y todo mojado se presentó en pantalla grande!

¡No, no, no, no! Eso no estaba bien, se suponía que debía de mirarlo con odio o rivalidad, ¡no querer tocarlo!

El color rojizo llegó a su cara como un diminuto golpe seco que lo hizo abrir sus ojos. Su boca se secó y sus manos se apartaron de la toalla, dando un grito seco y cayendo de espaldas contra la cama.

Hinata tuvo que cubrir su rostro con el color rojizo, las ganas de ser atrapado eran demasiado grandes para su propio cuerpo, que no sabía qué hacer. Kageyama terminó de secarse el cabello, apagando la secadora y dejando que sus hebras fueran un pequeño vaivén desastroso por no estar peinadas, y lo primero que vio fue a Hinata avergonzado sobre la gran cama real, revolviéndose y aceptando que se veía extrañamente lindo con una de sus playeras favoritas de color negro que le quedaban tan grande que casi cubrían los pantalones cortos que usaba.

-¿Hinata? -llamó, con la duda plasmada en su cara, siendo testigo de como el mencionado comenzó a girar como un desquiciado sobre el colchón por el sobresalto de ser llamado de golpe por el príncipe, hasta el punto en que el ruedo lo condujo a la esquina de la cama, cayendo en seco contra el suelo.

Shoyo & Su Rey [KageHina] | En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora