10 ~ james barnes ~

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-¡Leah! -me reprendió Wanda en cuanto me vió poner un pie en la cocina. Corrió a mi lado y tomó mi brazo para acompañarme a una de las sillas junto a la mesa- Te estaba por llevar el desayuno, ¿que haces fuera de la cama?

-Sabes que no me molesta venir hasta la cocina, brujita -reí al observar la preocupación de mi amiga- Además, tengo que comenzar a moverme, no puedo estar en cama todo el día.

-¿Según quien? -se paró colocando sus manos en sus caderas- He visto como te quejas Leah, ambas sabemos que no te gusta caminar.

-Según la doctora Cho -le recordé con una risa- Tu me acompañaste en la ultima ecografía, ¿no lo recuerdas?

-Bueno pero obstetricia no es su especialidad -dijo rápidamente volviendo a la cocina. Asomó su cabeza por la puerta con una sonrisa- ¿Waffles o panqueques?

- Waffles -pedí, aún sabiendo que ya habia leido mi mente y sabía que estaba antojada de waffles- ¿Quedaron fresas de ayer?

-¡Ya mandé a Pietro a comprar más! -exclamó desde la cocina- ¡Debe estar por...! ah hola.

-¿Ya despertó? -sentí las patadas de la bebé antes de ver a Pietro salir de la cocina. Sonrió al verme en la silla, acercandose rápidamente y arrodillandose junto a mi- Buenos dias princesa, buenos días bebé.

-Buenos días a ti también -sonreí al sentir a la pequeña patear con fuerza cuando Pietro saludó. Tomé su mano y la apoyé sobre mi vientre para que pudiera sentirla- Ella también te dice buenos días.

-Wow. ¿Lleva así desde temprano? -preguntó con sorpresa, intercambiando su mirada entre mi vientre y mis ojos. Sonrió de oreja a oreja al sentir el movimiento nuevamente bajo su mano.

-Nope, se puso así cuando llegaste -dije mientras observaba enternecida como Pietro acariciaba mi vientre, observandome con una sonrisa- Ya reconoce tu voz.

La bebé ya podía reconocer a la mayoria de mis amigos, excepto Pietro y Wanda, a quienes se estaba acostumbrando. A veces los reconocía, a veces no.

-¡Ja! ¿Oiste eso Wanda? -dijo a su hermana cuando esta salió de la cocina, llevando unos cuantos platos con ella.

-Si, ajá, ajá -replicó con aburrimiento, dejando los platos sobre la mesa. Se giró y observó a su hermano triunfante- A mi también me reconoce. Además, le gusta mi comida, tu no puedes decir lo mismo. ¡Ha!

-¿Y tu cómo sabes que le gusta? -replicó Pietro confundido.

-Porque patea cada que como algo cocinado por ella -expliqué tomando una fresa de uno de los platos- No se si tenga algo que ver con la comida en sí, a Wanda le gusta creer que si.

-Ya lo veremos cuando nazca -Wanda nos sacó la lengua y se sentó en una silla en mi lado izquierdo, mientras que Pietro se encontraba en el izquierdo.

Reí ante su actitud mientras comía una de las fresas, que llevaba esperando desde que desperté. Mis antojos no suelen ser muy raros o extremos, suelen ser frutas o helado, verduras incluso. El problema es que a veces me despierto en medio de la noche con estos antojos, y solía tener que aguantarmelos (o salir yo a buscar lo que sea de lo que estuviera antojada) hasta que una noche Pietro y Bucky me descubrieron y comenzaron a turnarse para encargarse de ellos. Cuando tengo los antojos durante el día, Wanda es la primera es en calmarlos, ya que a veces se da cuenta incluso antes que yo.

Lo sé, tengo a los mejores amigos del mundo.

En fin, esa mañana me sentía bastante bien y no estaba muy adolorida, por lo que decidí que luego de desayunar, saldría a caminar una hora por lo menos. Al acabar mis waffles y fresas, me dirigí a mi habitación donde cambié mi remera extra-grande y los shorts deportivos que Pietro me habia regalado por un top deportivo y unas lycras cortas.

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