Vivir Juntos

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Suspiraste por tercera vez empañando el vidrio. Estabas decaído y deprimido, eso podía saberlo bien. Primer día en un hogar nuevo mientras dejabas atrás a tu hermano menor y a la familia que ahora te veía como alguien deshonrado. Un príncipe de la corona desterrado y maldecido por su propia familia...y todo por mi culpa.

—Hey, nada es tu culpa linda—estiraste tu mano para acariciar mi mejilla con delicadeza y yo disfrute ese gesto. Quería convencerme que no había sido mi culpa pero la verdad es que ese pensamiento no me abandonaba. Debí haber dicho que no aquella vez que me besaste en tu cumpleaños, debí haber dicho no ese día en los helados que me pediste ser tu novia. Debí decir no. Debiste ver mi mueca y ceño fruncido pues al instante retiraste tu mano y me miraste ligeramente enojado—¿Te arrepientes? —preguntaste dejando salir algo de aire. Rápidamente frene el auto logrando que apenas pudieras sostenerte tras sacudir tu pequeño cuerpo y me miraras exaltado

Nos quedamos en silencio. Largos segundos tensos en los que yo no sabía que responder y me volteé para mirarte. Tus labios rosados titubeantes, tus ojos llenos de miedo, tu palidez tras creer conocer tu respuesta y luego la adorable vestimenta que llevabas. Adulto o no, para mi seguías siendo un niño pequeño que amaba más que a mi vida. Joder, pase de antipática a volverme loca por ti

—No, no me arrepiento—meliodas dejo salir algo de aire que había contenido y sonrió un poco más calmado. Luego me tomo una de mis manos causando que mi corazón temblara—Te amo, pero esto...—me quedé callada. Me sentía impotente, sentía que le estaba arruinando la vida a el segundo amor de mi vida. ¿Quién dice que solo puede haber uno? Yo tuve un amor de mi vida que me dejó. Ahora tengo otro que resultó ser menor, esas pláticas cuando tenías 17 que me hacía reír, tus consejos rápidos por teléfono cuando estabas por hacer exámenes de admisión—No se mel, me siento mal—las lágrimas me estaban ganando. Mis ojos se cristalizaron observando como tu te preocupaba como un niño que veía a su madre llorar y luego simplemente me abrazo, me atrajo a su cuerpo con delicadeza acariciando mi espalda suavemente y susurrando palabras dulces en mi odio. Por eso lo amaba, nadie me había tratado nunca así. Con esa inocencia, con ese cariño. Era mío aunque nunca hemos estado solos en la cama, en ese estilo claro...

—Descuida, estaremos bien. Estaremos juntos, te apoyaré con la casa mientras veo si puedo sacar alguna beca en la escuela—sonrió para calmarme, cosa que funcionó a medias —Además, a mi no me importa lo que digan los demás. Esto es una relación legal lo quieran o no—

—Mel, sigues siendo menor que yo —

—Descuida, no son muchos años Nishishi—mi mirada irónica fue suficiente para riera un poco nervioso y desviara la mirada

—Son casi 10 años mel. Es mucho —

—Bueno, un poco—rasco su nuca con nervio sólo para después volver a recargar te en el asiento y mirar a la ventana melancólico. Seguías deprimido, tratabas de poner tu mejor cara para hacerme sentir bien pero no era justo sabiendo que tu seguías así. Apague el vehículo solo para no consumir tanta gasolina y luego me estire hasta recargar mi cabeza en tu pecho. Te sobresaltaste al inicio e incluso más cuando mi dedo acarició tus pectorales con delicadeza

—Anda hazlo—

—No se de que... —

—Se que quieres llorar mi bebé. Hazlo —no tuve que decirlo de nuevo. Tu respiración se agitó mientras soltaba pequeños gemidos intentando controlar el enorme nudo en tu garganta hasta que dejaste salir las lágrimas. Gota por gota, jadeo por jadeo que correspondía te al abrazo sin detener tu llanto. Te encontrabas herido ante el desprecio de tu padre, su nueva esposa y tu hermano menor. Estabas harto de ser juzgado y sólo dejaste salir tu pesar mientras intentaba consolarte

Cuestión de edad (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora