Fue hace mucho tiempo ¿sabes? Yo era sólo un niño, ambos lo éramos. Ambos estábamos un poco perdidos, un poco rotos, tal vez por eso nuestro destino era encontrarnos.
La tarde que conocí a Seokjin fue una como cualquier otra, no me apetecía mucho regresar a casa.
Era una casa vacía, tan, tan sola.
Había ido al lugar habitual en el que solía pasar el rato después de la escuela, hacía calor, lo recuerdo. El helado de mora azul había comenzado a derretirse en mi mano y observaba las gotas caer una tras otra.
Me pregunté qué se sentiría, cómo sería disolverse igual que ese pedazo de hielo con colorante artificial.
El traqueteo de unas ruedas me trajo de vuelta de mis pensamientos. Un muchacho se aproximaba por el callejón sosteniendo una bicicleta a su lado, su cabello era negro, así como el delineador alrededor de sus ojos, los lóbulos de sus orejas estaban adornados con pequeños pendientes plateados y su andar era tranquilo.
A pesar de su indumentaria, los rasgos de su rostro eran bastante delicados, contrastaban con esa aura misteriosa que emanaba de él. Recuerdo haberlo encontrado extraño pero de una manera sumamente fascinante.
–Seokjin–dijo correspondiendo mi saludo de forma reticente cuando me presenté.
Entre una y que otra pregunta, descubrí que era dos años mayor que yo, al parecer su familia acababa de dejar la gran ciudad hacía unas pocas semanas para empezar una vida más sencilla aquí en el campo y él no estaba muy feliz con ello.
Me pregunté porqué no lo estaría y no tardé en hacer esa misma cuestión en voz alta.
–Es un pueblo pequeño–me contestó sin más.
–No veo el problema en eso, este lugar tiene sus encantos, además–estiré mis brazos y eché mi cabeza hacia atrás tomando una gran respiración antes de continuar–, aquí se respira aire de verdad.
Lo miré con una sonrisa amplia esperando haber aligerado un poco el ambiente sombrío que se había instalado luego de mi pregunta, pero no ocurrió lo que esperaba, el muchacho se encontraba ahora de frente a uno de los muros que delimitaban el callejón, su mano derecha sostenía una lata de pintura que movía consistente sobre la superficie haciendo trazos aquí y allá en un color púrpura vibrante.
–No es el lugar en sí lo que me inquieta–sus ojos no se apartaban de las líneas que poco a poco dejaban de ser rayones independientes y empezaban a conectarse de manera coherente–, son más bien las personas que hay en él. Ya sabes lo que dicen: pueblo pequeño, mente pequeña.
Dejé de ver lo que hacía para verlo a él cuando esas palabras salieron de su boca; no lo entendía y no me gustaba para nada ese juicio implícito en su declaración.
–¿Lo que dicen quiénes?–espeté sin molestarme en disimular mi tono ofendido–¿Tú y todos esos niños ricos que nacen con una cuchara de plata en el trasero?
El pelinegro se detuvo y me miró brevemente para después reanudar su acción a la vez que negaba con la cabeza y una risa carente de gracia abandonaba sus labios.
–No lo entenderías.
–Ni siquiera me conoces ¿por qué asumes cosas de las que no estás seguro?
Seokjin se giró hacia mí, esta vez completamente, y adoptó la misma postura que tenía yo en ese momento, sus brazos cruzados sobre su pecho y su mandíbula apretada, con la diferencia de que él tenía que inclinar su cabeza levemente hacia abajo para poder verme a los ojos.
–Escucha, niño–su voz, que anteriormente había empleado un tono indiferente, ahora sonaba severa–la gente que vive aquí podrá aparentar tener una vida modesta y feliz, coexistiendo "pacíficamente" con sus vecinos, eternamente enamorados de sus costumbres y tradiciones, riendo y merendando los domingos después de la iglesia, pero lo que pasa dentro de sus casas luego de despedirse y cerrar la puerta, es completamente diferente y no me ha tomado más de un mes darme cuenta.
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Todo lo que nunca fuimos |taejin|
FanficEstaré arruinado si no estás aquí, así que quédate. ◇Historia corta. ◇Historia original. ◇Prohibidas copias y/o adaptaciones. ◇Homosexual/Ship.