Solo un adiós

Capítulo 15: "Día de lluvia"

Los meses comenzaron a pasar demasiado rápido para el gusto de ambas. Cuando quisieron recordarlo, ya habían pasado exactamente ocho meses.

Pov Arizona
Nos encontrábamos recostadas en el sofá de mi hogar, Callie estaba debajo de mi, haciéndome cariño en el cabello mientras nos observábamos.

— Calliope...

— ¿Si?— preguntó tiernamente

— Te amo— susurré con una pequeña sonrisa en mis labios

— Te amo...

Me lancé sobre ella, uniendo nuestros labios en un tierno beso.

— Te ves maravillosa el día de hoy— sonrió

Mi sonrisa aumentó notablemente, dejando ver mis hoyuelos. Coloqué mi rostro en su cuello y la abracé.

Sentí la presencia de algo mojado en mi nariz por lo que rápidamente me levanté, tapándome.

Si, era sangre.

Estaba más que acostumbrada a esto, pero de igual manera me avergonzaba que Calliope me viera así.

— ¿Qué ocurre?— pregunta la morena
poniéndose de pie

— Nada— ni siquiera podía mirarla a los ojos

— Az...

Ella tomó un pañuelo y alzó mi rostro desde mi mentón, limpiando la zona y luego desechando el mismo.

— Sabes que no debes sentir vergüenza de esto, es normal para mi y estoy aquí para ayudarte cariño— depositó un pequeño beso en mi frente, para luego abrazarme

— No debería ser normal para ti— susurré

Callie se alejó un poco de mi, para luego depositar un pequeño beso en mis labios, haciéndome sonreír.

— Que hermosa sonrisa tiene Srta. Robbins— sonrió

Reí por lo bajo, sonrojándome al instante, devolviéndole el beso de recién.

— Az— susurró

— ¿Si?— la observé

— Mañana no podré venir— en su rostro apareció una mueca de tristeza

— No— lloriquee alargando la "o"— ¿Por qué?

— Tengo que ir a la antigua casa de mi abuela, debo limpiarla— bufó

— Déjame que ir contigo— sonreí

— Pregúntale a tu padre— ella me tomó de la cintura, acercándome

— Sabes que dirá que si— le di un pequeño beso en la nariz

Ella me tomó entre sus brazos, atrayéndome con fuerza a su cuerpo, fue tanta que perdimos el equilibrio, cayendo nuevamente en el sofá.

Pov Callie
A la mañana siguiente, me vestí y desayune, para rápidamente salir de casa e ir por Arizona.

Entré a su habitación, encontrándome con una rubia completamente dormida.

Caminé hasta su ventana, abriendo sus cortinas, y luego me acerqué a ella.

— ¡Arriba dormilona!— grité

Arizona abrió tan solo un poco los ojos, molesta por la luz.

—¿Mhm?

— Debemos irnos— reí

— No, cinco minutos más— susurró y nuevamente se tapó hasta la cabeza

Levanté un poco las cobijas, recostándome a su lado.