Bajo del agua.

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Siempre he sido muy buena para el agua,

no sé nadar, pero aún así puedo pasar horas en contacto con el elemento.

Me gusta bucear y pretender que soy una sirena,

que puedo respirar bajo del agua y que puedo vivir allí por la eternidad.

Me inunda, me envuelve en tersas brisas acuáticas,

me entiende, me abraza, me mima.

Cuando paso mucho tiempo sumergida 

la falta de aire me comienza a agobiar,

desespero, estremezco, amenazo con volver a la superficie,

siento cada uno de mis problemas, me duele el corazón, no tengo aire,

y me ahogo.

Cuando estoy a punto de ceder y dejar de batallar

unas branquias aparecen en los costados de mi cuello,

me siento libre, me siento en paz.

Una felicidad colosal me invade.

Grito. 

Grito todo lo que tengo que gritar.

Siento.

Siento todo lo que tengo que sentir. 

El dolor desaparece por unos minutos, 

todo parece bien.

Todo está bien, 

bajo del agua,

donde nadie me escucha,

donde nadie se entera,

donde las lágrimas se mezclan con el liquido que me rodea,

y nada existe,

solo el agua y yo,

mis branquias y yo,

mis problemas y yo.

Poemas sin rimas y una taza de té.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora