Capítulo 8

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—¿Mami?

La voz del niño sacó a Adara de sus pensamientos. Apartó el rostro de la ventana del avión y lo miró con una sonrisa.

—Hola, tesoro.

—¿Estás llorando? —preguntó con inquietud.

Ella frunció el ceño y se pasó los dedos sobre la mejilla. Estaba húmeda. ¿En qué momento los recuerdos se habían convertido en lágrimas? Giró el rostro para sacar un pañuelo de la bolsa de viaje que llevaba consigo y limpiar con la tela de algodón el rastro salado. Procuraba ignorar la mirada inquisitiva del dueño del Airbus A3180 en el que se encontraban. Adara volvió la atención hacia su hijo.

—Claro que no, mi vida, tan solo me arden un poquito los ojos —dijo acariciándole el cabello con ternura— y es normal porque llevamos varias horas de vuelo. —Samir asintió—. ¿Te sientes bien, necesitas algo...? —preguntó. Tomó la botella de agua que tenía en la mesilla con bordes dorados y bebió un par de tragos para refrescarse la garganta.

—Ha sido increíble poder hablar con papá, y jugar en la sala de los video juegos. ¡Este lugar se parece a los que vemos en las películas! Espera a que le cuente a Hawke, va a alucinar —expresó con entusiasmo—. Papá dice que eres muy guapa y que habían sido amigos antes de tenerme. Yo le dije que eres la más hermosa del mundo y que el tío Oscar me cae bien y quiero que venga a pasar las vacaciones con nosotros también. ¿El tío va a venir a vernos?

Adara se atoró con el agua y empezó a toser. Al instante sintió una mano cálida y grande palmeando su espalda con precisión y delicadeza.

—Bebe más despacio —expresó Bashah con suavidad.

—¿Puede venir el tío Oscar? —insistió Samir a su padre, ignorando la chispa de celos que sintió Bashah ante la idea de que ese banquero hubiera tocado a Adara, y mucho más ante la idea de que su heredero hubiese tenido que lidiar con todos los amantes que de seguro Adara habría tenido en su vida.

—Ya hablaremos del tal tío Oscar más adelante —dijo a su hijo, pero sin dejar de mirar el rostro sonrojado de la hermosa mujer de labios seductores.

—No hay de qué hablar —sentenció Adara.

—Mamá, pero si el tío...

—Vete a jugar, cariño, con la consola de PlayStation que tiene el avión —interrumpió—. No olvides regresar aquí para ponerte el cinturón de seguridad cuando el piloto así lo ordene antes del descenso —pidió con un tono que no dejó dudas a Samir de que no era momento de insistir.

—Está bien, mamá.

El rey de Azhat contempló partir a su hijo seguido de Najib y una aeromoza. Después se sentó junto a Adara, muy consciente de lo incómoda que se sentía ella a su lado. Tal incomodidad, bien sabía él, no tenía relación alguna con la falta de confort en el avión, pues este tenía capacidad para más de cincuenta personas y varias salas para disipar el tiempo que se invertía volando de un país a otro. La incomodidad de Adara tenía más relación con la química innegable entre ambos que con la tensión del vuelo o la expectativa de lo que podría encontrar en Azhat.

Al igual que Bashah, todos sus hermanos poseían aviones privados debido a las agendas tan diferentes que manejaban y viajes inminentes. Resultaba casi imposible coincidir en un mismo país o ciudad. El rey estaba vestido del modo occidental, una costumbre que parecía algo difícil de instaurar en un país habituado a otro tipo de atuendo.

Tenía tiempo por delante para reinar y procurar cambios más profundos en muchas costumbres arcáicas. Empezando por las iniciaciones. Por ahora mantenía la idea de llevar las prendas tradicionales para viajes de Estado o ceremonias especiales, después de todo eran una parte de la identidad del país y no podían ignorarse ni desarraigar siglos de cultura de un momento a otro. Se negociaba poco a poco si se quería una transformación de verdad.

Entre las arenas del tiempo (MAKTUB 1) - COMPLETADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora