1.

61 10 4
                                    

Seulgi sentía una dolor en su pecho día tras día, cada vez que veía a Irene.

Odiaba saber que nunca iba a tener el coraje para confesarse sus sentimientos, cómo desde la primera vez que vio a la mayor en clase sintió un flechazo instantáneo. Sobretodo odiaba soportar saber que ni en sus mejores sueños llegaría a poder disfrutar esos gruesos y rosados labios.

Pero para Seulgi, Irene no era solo atractivamente física, sino que también quería abrazarla, tomarla de la mano, estar acurrucadas en el sofá viendo una película dándole mimos o simplemente estar ahí para ella y apoyarla en todo. A la rubia realmente le gustaba la morena.

Mentira, estaba completamente enamorada de ella.

Los días de preparatoria pasaban rápidamente y Seulgi sabía que tenía los días contados para seguir viendo a Irene. Dos años habían pasado muy rápido y pronto estaría en la universidad. Más de lo que le gustaría a la rubia.

No creía que iba a poder soportar no volver a ver a la mayor. Verla cada día, con su brillante y amplia sonrisa, oler su característico perfume de sandía, acompañarse cada día a casa o escuchar juntas a Red Velvet, grupo favorito de ambas. ¿Cómo iba a vivir sin ello?

Pero la vida no es un cuento de hadas, ni un fanfic de Wattpad donde las protagonistas acaban felices para siempre, y para desgracia de Seulgi, llegó el día donde tomarían caminos diferentes.

Dolor.

Tristeza.

Angustia.

Enfado.

Más que eso.

No hay palabras para describir la marea de sensaciones que tuvo Seulgi en su cuerpo cuando se enteró que Irene no iría a la misma universidad que ella. De hecho, se iba a la otra punta del país con lo cual, sabía que nunca iba a volver a verla.

Humillación.

Vergüenza.

Sintió de sí misma cuando supo que ya era demasiado tarde para confesarle lo que sentía por ella. Ya no había vuelta atrás e Irene se quedaría en el pasado.

Alivio.

Sacando algo bueno de la situación, Seulgi sintió que sería bueno, pues al final podría olvidarse de Irene, aunque en el fondo sabía que la mayor la había marcado su corazón y que estaría enamorada de ella por siempre. Aunque apareciera años más tarde la rubia nunca rechazaría a la morena.

Valentía.

Coraje.

Sabía que no tenía nada que perder, igualmente no tendría que volver a ver a Irene más así que ¿Por qué no le enviaba un último mensaje? En un arrebato de emoción, Seulgi toma su teléfono y se dirige al contacto "Baechu🐰💓", para enviarle un mensaje que siempre ha querido.

-Irene...

dos años. | seulreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora