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Bienvenida

La cueva, nunca había sentido tanto frío estando ahí. Ese lugar era su escondite, su habitad natural o al menos el de su alter ego… Ahora sentía la necesidad visceral de huir, salir corriendo de su santuario.

Jamás se sintió tan ciego e idiota.
No quería creer lo que sus ojos veían, cuando en el pasado eran sus sentidos en lo que más se fiaba.

Pero hoy no, hoy no quiere creer en lo que sus ojos ven. No quiere unir puntos y dar con lo evidente, hoy no quiere ser detective. Hoy solo quiere ser el más ingenuo del mundo y fingir que no vio nada.
Pero hay verdades que no se pueden negar aunque uno no las crea.

¿B? — La voz de su hijo mayor lleno la cueva. —Bruce… ¿Estas bien?

Bruce quiso rodar los ojos por lo obvia que era la respuesta. Pero Dick no se lo merecía.
Cuando Nightwing se acercó a él vio la gran pantalla y sólo soltó un pequeño “oh”, eso fue suficiente para que Bruce aceptara que lo que veía era real y no era sólo su paranoia manifestándose.

En la gran computadora se veía los últimos lugares que Lantern visitó. El rastreador era su forma de cuidar de los suyos de una manera algo enferma pero precavida. Y no los solía usar para algo tan poco importante, pero le fue inevitable no revisarlos aunque ahora se arrepiente de haberlo hecho.
Hal se suponía que debería estar con su hermano, pero no estaba ahí. Creería que el aparato se había estropeado si no fuera que ese día las revistas hicieron lo suyo.

— ¿Entonces ya la viste? —preguntó torpemente Dick en un susurro.
Bruce apretó una tecla y en la pantalla se mostró la portada del periódico más importante de Gotham:

DE LA MUERTE Y DE LOS CACHOS NADIE SE SALVA, NI EL PRÍNCIPE DE GOTHAM.
LA MAYOR TRAICIÓN DEL AÑO.

Dick no supo qué hacer cuando vio cómo Bruce se limpiaba una solitaria lagrima con esmero, como si tallarse la cara fuera a borrar todo el dolor que sentía por dentro al ver esa publicación.
El primer hijo de Bruce tomó una silla y se sentó a su lado… Por el momento, no podía hacer nada más.

❄️❄️❄️

Bruce se miró al espejo una última vez acomodándose las gafas de sol.
Su memoria iba y venía. Había lagunas que no lograba llenar y eventos que no podía acomodar en una línea cronológica. Pero si hubo detalles que recordó o le contaron y uno de ellos era que él era “millonario” y por ende alguien de farándula.
Alguien que los medios querían atormentar día y noche por cada detalle de su vida. Y él no sabía si podría enfrentarse a ellos, no como antes.

— ¿Listo amo Bruce? — Alfred se colocó a su lado ayudándolo a ponerse una chaqueta con gorra.

— ¿Cómo me veo? — preguntó haciéndose unos pasos atrás para que el mayor lo examinará. Después de que Alfred le acomodara la chaqueta y el pantalón le dio su aprobación.
Agradeciendo al doctor se despidió, tomó las cosas que sus amigos le trajeron a lo largo de esos días y siguió a Alfred hasta un ascensor. Se preparó para escabullirse.
Y como dijo Clark, la prensa ya esperaba en todas las salidas posibles excepto el techo.

— ¡Aún no puedo creer que tenga mi propio helicóptero! — grito al ver como bajaba por él.

— ¡Yo no puedo creer que dejaras conducir a Todd! — grito Damian desde el asiento del pasajero.

EN EL OLVIDÓ (Batlantern) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora