Fueron varios los segundos que las dos féminas permanecieron abrazadas y calladas.
Al siguiente, un toque a la puerta las hizo dirigir sus entristecidas miradas hacia aquel punto de la habitación.
Con autorización de Beaver, la puerta se abrió, dejándose ver bajo su umbral, al que fungía como padre de la menor, y repetimos, era de grotesca facción, pero de elegante porte, el cual lo combinaba con un amable saludo.
— Buen día, señorita.
— Buen día... señor...
— Por la condición en que llegó, no ha habido la oportunidad de presentarnos. Soy Ángel Jones, padre de...
— ¡Padrastro, corrijamos! — dijo Beaver poniéndose de pie, e impidiendo de ese modo que la mano masculina llegara adonde la femenina. — Y eso de Ángel, no te lo creas mucho, Candy, porque no tiene nada.
— Beaver... por favor — pidió el hombre.
En cambio, la jovencita en una pose agresiva y agresiva arremetía:
— ¡¿O a ella... —, es decir Candy, — le negarás que dejaste morir a mi madre, y todo por su dinero?!
— ¡Eso es una vil calumnia! Tu madre fue amada por mí y atendida a tiempo.
— Sí, claro. Esas han venido siendo tus excusas; y por suerte, te funcionan siempre, pero conmigo no tienes por qué fingir. Entre los dos sabemos la verdad de tus actos.
— Y por lo que veo —, debido a una retadora mirada, — quieres seguir discutiéndolos no importando que tengamos invitados, ¿cierto?
— ¡Sí! — gritó la rebelde Beaver, no dispuesta a dejarse vencer. — ¡Para que todos sepan que eres una mentira! ¡Que con mentiras la engatusaste, y te aprovechaste de su condición!
— ¡Basta! — espetó Ángel. — ¡No voy a discutir más contigo! — le respondió a Beaver; y a Candy... — Señorita, mis disculpas. Me apena que haya tenido que presenciar este mal momento.
— Yo... — apenas pronunció la enferma enfermera.
Pero una vez que el señor Jones estuviera del otro lado de la puerta, el consuelo que Candy previamente recibiera, era tiempo de devolverlo, ya que Beaver, estando a solas, se tiró de bruces a la cama para berrear y al mismo tiempo llorar amargamente.
A pesar de su situación, Candy hizo esfuerzos para liberarse de una carga y acercarse a la jovencita, poniendo apenas su mano en la cabeza de la que también sufría, y decía:
— ¡Ella y yo éramos muy felices! ¡No había necesidad de que un tercero llegara a nuestras vidas! ¡Se lo dije todo el tiempo, pero mi madre nunca me escuchó! ¡Al contrario, me decía que se había enamorado de él! ¡Que era necesario un hombre en la familia! ¡Que él era el ideal para protegerme cuando ella...!
Candy, en silencio, la comprendió. La pérdida de seres amados era un trance en la vida difícil de sobrepasar. Ella, como muchos, también había confrontado a la muerte. La de Anthony como hecho, siendo justamente ¿quién? quien la ayudara a superarla, más no en la pena que él mismo le causara con la separación. Pero como en esos momentos no se trataba de ella, sino de Beaver...
— No es bueno que llores de esa manera — aconsejó Candy. — Debes aprender a entenderla.
— ¿Tú lo harías? — Beaver dejó su pose para mirarse en los iris esmeraldas de la enferma. — ¿Permitirías que tu madre eligiera a un hombre por ti?
— Por lo poco que has dicho, puedo decirte que tu madre se unió a un hombre precisamente por ti. Ella sabía que partiría, y que tú te quedarías sola.
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SUEÑO TRUNCADO
FanfictionLa ilusión de verse los hubo perseguido desde que ambos dejaran el colegio. Afuera de éste, y dentro de otro ambiente, la ilusión se tornaría en separación. * * * * * * * * Historia primera vez escrita el 10 de Septiembre de 2019. Historia compartid...