Sueño Truncado
by
Lady Graham
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Capítulo 100. La plataforma de las lágrimas
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Sabiendo que todo se quedaba atrás y no había manera alguna de regresar, Candy, ya con maleta y boleto en mano, se dispuso a abordar el tren que la llevaría de nuevo a Chicago.
Entre empujones, risas y más barullo, la pecosa llegó al asiento disponible. Ahí, y hacia el negro horizonte percibido a través de la ventanilla, ella inmediatamente perdió su mirada.
La noche vivida tenía a la rubia enfermera sumamente asustada. Además, de dolida al perder algo que en esos momentos reconocía amaba más que muchas cosas.
— Terry, ¿por qué venir a Nueva York si iba a toparme con esto?
Al recordarlo todo, Candy cerró los ojos y agachó la cabeza.
Llorar, como lo hubo hecho durante el tiempo que empacaba y salía de aquel hotel que la hospedara, quería.
Llorar, y sacar con eso, el dolor tan grande y quemante que había en su interior.
Llorar, y confesar que no era justo lo que hacían con ella.
No era justo que todo lo que amaba en la vida, se lo arrebataran. Desde un hogar, una familia... un amor.
Sintiendo descontrolados los deseos de gritar su frustración, los sentidos de Candy la llevaron a prestar atención al bebé que también lloraba, aunque no con las ganas que ella tenía de hacerlo.
Su instinto samaritano y el de su profesión la hicieron ceder su asiento.
Tomado lo ofrecido por aquella familia conformada por tres miembros, Candy buscó otro lugar. No obstante, una ligera sacudida del tren la hizo trastabillar y casi caer al piso. Eso no fue posible debido a la mano cálida de un ebrio ser que se extendió para ayudarla.
Agradecido el gesto, la rubia enfermera siguió el camino hacia la salida más próxima, donde se percatara primero, de tener calor y estar afiebrada; y segundo, del amor de aquella pareja de padres, uno que soñara a lado de él.
Sabiendo de antemano que aquello ya no podía ser, Candy, sintiendo en el pecho un dolor mayor al haberse desvanecido su sueño ideado, abrió la puerta y la cruzó; también una segunda que la conducía al exterior, del cual, el viento helado la invadió.
Sin importarle que aquello empeorara su salud, la rubia enfermera se quedó ahí parada diciendo para ella:
— Mientras vivamos nos encontraremos; si no algún día, de algún modo. Sí, eso creía yo, pero ya no. Estar viva no me ayudará. Nunca más lo veré. Terry...
Fue lo último que ella pronunciara y cayó, primero en la profundidad de la inconsciencia, y después... del tren.
. . . . .
Sin notar la ausencia de un pasajero, el tren continuó su camino. Al arribar a su destino, y consiguientemente de que todos bajaran, al estarse haciendo la limpieza del convoy, la solitaria maleta de Candy fue divisada.
De momento, el empleado hizo a un lado la valija para terminar su trabajo. Instantes seguidos, la tomó con la intención de ir a reportarla. Sin embargo, en el trayecto hacia la oficina de objetos olvidados, cambió de parecer, desviando su dirección hacia los baños donde la revisaría a sus anchas.
Frustrado por no haber encontrado nada de valor, el empleado posó sus ojos en un sobre.
— Candice White Andley. ¿Acaso será de los Andley de Chicago? Pues si sí, no creo que les interese únicamente la maleta, sino saber... ¿dónde está su dueña?
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SUEÑO TRUNCADO
Hayran KurguLa ilusión de verse los hubo perseguido desde que ambos dejaran el colegio. Afuera de éste, y dentro de otro ambiente, la ilusión se tornaría en separación. * * * * * * * * Historia primera vez escrita el 10 de Septiembre de 2019. Historia compartid...