Touch the rain

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"You spent a lifetime waiting, tomorrow chasing with a cracked whole shell of somebody you love. In the graveyard hour the wind strikes and takes the power. It's those Gods crying out for you to touch their tears. When it starts to pour get out and touch the rain".

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Aún un poco dormida, Juliana se estremeció ligeramente debajo de las sábanas, aferrándose con fuerza al edredón para cubrir por completo su cuerpo. Su piel estaba completamente erizada a causa del frío y sus piernas parcialmente encogidas hacia su cuerpo por la misma razón.

Abrió lentamente los ojos, encontrándose en una habitación apenas iluminada, la tenue luz de la mañana bañando delicadamente la pared frente a ella. Sin embargo, era una iluminación pobre, casi lúgubre, como si estuviera mirando a través de una cortina de humo.

Por un segundo, un recuerdo tan lejano que parecía de otra vida la invadió, reviviendo sus despertares grises en Texas, cuando ni siquiera el día más soleado podía colorear la oscuridad que la rodeaba.

No estaba segura de si realmente había amanecido o simplemente el sol no estaba presente en el cielo aquella mañana. Por unos largos segundos, su cabeza se mantuvo en ese debate, sumergiéndola en esa ligera confusión que solo experimentan quienes acaban de despertar.

Su cuerpo se estremeció con un ligero escalofrío, sorprendiéndola, porque no recordaba que horas atrás, cuando había ido a la cama, la temperatura se sintiera tan baja.

Entonces lo entendió.

No había sido la alarma natural de su cuerpo la responsable de su despertar, sino la falta de calor repentina que había provocado la ahora notoria ausencia al otro lado de la cama.

Se dio la vuelta y frunció el entrecejo al ver ese espacio vacío.

El sueño todavía estaba apoderado de gran parte de su mente, pero Juliana podía jurar que era domingo, y eso significaba que ni ella ni Valentina tenían motivos para despertar temprano. Y sabía muy bien que si no los había, su esposa hacía todo lo posible por no salir de la cama hasta que fuera absolutamente necesario. Después de todo, no era una morning person, como ella solía decir.

Se restregó los ojos con pesadez mientras se acomodaba contra el cabecero, intentando adaptarse a la luz, aunque escasa, y a la temperatura. Realmente hacía frío, demasiado para su gusto. Nunca había sido fanática de ese clima, y mucho menos si tenía que quedarse sola en la cama sin la calidez de la compañía de la mujer que amaba.

Para su fortuna, no tuvo que preguntarse por mucho más tiempo dónde se encontraba su esposa, porque mientras se debatía si levantarse para ir a buscarla o simplemente esperarla bajo las calientitas capas que la cobijaban, la encontró en uno de sus lugares favoritos de la casa.

Su nuevo departamento en Greenwich Village tenía una vista privilegiada hacia el parque Jackson Square, uno de los principales motivos por el que lo habían elegido tras decidir que aquella lujosa propiedad en el Upper East Side en la que habían pasado los últimos años, era demasiado grande ya para ellas dos, luego de que los gemelos se marcharan a la universidad.

A Valentina la había convencido el enorme ventanal que su habitación en suite tenía, con ese largo asiento en una esquina, similar al que alguna vez tuvo en la mansión Carvajal. Juliana se preguntó si era ese el motivo por el que le había gustado tanto, pero no se atrevió a preguntárselo a una ya melancólica Val la primera vez que lo visitaron. Tampoco tuvo el coraje después, por lo que esa duda seguía visitando su cabeza de vez en cuando, especialmente en las ocasiones en que la encontraba disfrutando de ese lugar.

Allí precisamente era donde se encontraba, con su espalda recostada contra la pared, sus pies descalzos debajo de su pijama favorita y una taza de té en su mano, sostenida con fuerza alrededor de sus largos dedos, y su mirada azul perdida en la inmensidad del mundo exterior.

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2021 ⏰

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