Se podía escuchar un bullicio de fondo y, ella no veía nada aún, tampoco se movía, estaba adormilada. Descansaba sobre algo cómodo, la cabeza le daba mil vueltas, estaba un poco mareada, por lo que llevó las manos a esta. Lentamente fue abriendo los ojos, encontrándose con una habitación iluminada y acompañada de un joven con uniforme médico, era un enfermero.
– ¿Estoy en el hospital? Pensó Elizabeth.
Los recuerdos de la noche anterior vinieron a su cabeza, lo que hizo que se levantara de repente, sentándose sobre la camilla con el corazón agitado. Imaginando el cuchillo atravesando su estómago, la risa con esa voz aterradora, el rostro lastimado y siniestro.
Sintió una punzada en la herida que aparentemente ya había sido cerrada. El enfermero al percatarse de que ella había despertado y que estaba por ponerse de pie, rápidamente fue a atenderla, diciéndole que se tumbara en la camilla que todavía no podía levantarse y que aún estaba en recuperación.
– ¿No debería estar muerta? ¿Cómo llegué aqui? Se pregunto a si misma un tanto confundida, recordando pequeños fragmentos de la noche anterior.
A lo que el enfermero respondió: Necesita descansar lo suficiente durante su período de recuperación de aproximadamente 4 a 8 semanas. Y respecto a su pregunta, se llamó a la ambulancia desde el lugar donde ocurrió el suceso, no sabemos quien llamo a la ambulancia.
– ¿Qué sabes sobre esa noche? Preguntó dudosa y un tanto preocupada, no quería que se supiese nada de él. Nadie puede asegurar que alguien no esta al tanto de la situación, eso sería muy problemático para ambos.
– Te encontraron tirada sobre el césped a pocos metros de la carretera. Afirmó sin titubear, mientras se ocupaba de otras cosas. Frente a una casa, pero no pudieron asegurar que alguien estuviese viviendo allí. Agregó el enfermero, pensando en voz alta.
– ¿No había nadie allí? Preguntó a la vez que buscaba la nota entre su ropa sobre la mesita de noche a un lado de la camilla, pero no la encontró.
– Por casualidad, ¿buscas esto? Preguntó curioso al observar lo que hacía la joven, con una mirada que delataba saber algo mas de lo que se presenció esa noche, ella lo notó y despertó su preocupación.
Sabía que él podría estar sospechando de las posibilidades de que ella fuese una víctima del asesino más buscado. Ya que en los últimos meses la cadena de asesinatos de las personas que murieron con los mismos cortes y marcas de puñaladas, creían que podría haberlo hecho una sola persona. Y no había otros casos de asesinatos mas que esos, los cuales se había corrido la voz por todo el pueblo. Entonces las probabilidades de que el enfermero pensase que el mismo asesino podía tener algo que ver eran muy altas. Y eso era algo muy arriesgado para Jeff, probablemente la policía tocaría su puerta para interrogarla y las posibilidades de que se den cuenta que hay algo sospechoso en ella eran altas.
– ¡Devuélveme esa nota! Exclamó impaciente, poco le importo lo que el enfermero pensase sobre ella.
– Aquí tienes. Dice el enfermero un tanto dudoso, a lo que busca en sus bolsillos y le entrega la nota. La encontré en el suelo a un lado de la camilla.
Elizabeth agarró la nota con desesperación, estaba segura de que Jeff la había dejado. Pensó que al leer obtendría algún tipo de explicación sobre por qué el no la había matado y eso sería comprometedor. Pero solo se encontró con un "volveré por ti". No sabía si eso era bueno o malo, ya no estaba segura de nada, tenía muchas dudas que aún no tenía ninguna respuesta lógica.
– Claro que no dirás nada. Pensó un tanto molesta.
– Tendré que llamar a un adulto responsable e informarles de su estado, señorita, ¿podría darme un número de teléfono? Dicho esto, en el ambiente se generó incomodidad por el silencio, pues ella no supo qué responder, ya que sus padres habían fallecido hace muchos años.
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Dolly Woods
Ficción históricaEn un pequeño pueblo cerca del bosque, vivía Elizabeth Ayers. Una adolescente reservada, quien perdería la cordura al conocerlo y enamorarse de él.