CAPÍTULO 4

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EL AMOR DE MI VIDA, PARTE 1

Jungkook ve a Hoseok en el taller de danza. Los de sexto semestre siempre ensayan en el auditorio cuando la fecha de alguna asamblea está cerca, y Jungkook como integrante del taller de pintura, siempre ayudaba a decorar.

Hay muchas cosas que Jungkook nota sin que Hoseok se las cuente. Como los braquets que recientemente se fueron, o como ahora siempre lleva el mismo brazalete de luna en su mano izquierda. Jungkook sabe que Hoseok se las arregla para hacer que él lo vea, como la ropa que escoge para ensayar o la forma en la que acomoda su flequillo tras su oreja.

Hay algo en Hoseok que no parece real, quizá es porque en ensayos, mientras Jungkook arregla flores de papel, lo escucha utilizar malas palabras como signos de puntuación mientras que en su casa apenas y habla. Quizá es como le contesta de regreso a la profesora cuando esta le dice que baje su short para que no le vaya tan corto, o como a veces lo ve salirse de clases antes de que llegue el segundo periodo.

Hay algo en el aire que le susurra que Hoseok es más libre que él, y que si no hace algo para cambiarlo, pronto se va a quedar atrás. Al pasar los años la señora Jung ha dejado de intentar presumir a su hijo, es como si esa decepción fuera la clave de Hoseok para florecer un poco más como él mismo. Entre más años pasan más se da cuenta que no es suficiente conocer a Hoseok por coincidencias y terceros.

Por eso emociona cuando una compañera del salón de Hoseok le pide llevarle el suéter que dejo en el salón en un descuido, ya que ambos viven cerca. Hay algo agradable cuando se topa con la señora Jung bajando las compras del auto, una sonrisa que su madre no le daría a Hoseok en la misma situación.

Ella le dice que salió temprano del trabajo y pensó que sería buena idea preparar algo en lo que Hoseok llega, por lo que lo puede esperar en su habitación y no sabe cómo evitar hacer un escenario en su cabeza, donde él espera a Hoseok en su habitación y charla con él un rato antes de irse.

Aunque en eso se queda: en un escenario de su imaginación. Cuando abre la puerta lo primero que ve es una espalda ancha sobre la cama y un gemido que pronto se vuelve en un jadeo. No hay rastro del dueño de la habitación hasta que el chico de espalda ancha voltea rápido mostrando su rostro perfecto con labios rojos e hinchados, bajo él se puede ver a Hoseok sorprendido junto a sus mejillas sonrojadas.

Jungkook siente su estómago revolverse, quizá es como la camisa del uniforme de Hoseok está completamente desabrochada o quizá es el hecho de que ambos comparten marcas y mordidas en sus pieles; aquel chico en su cuello y Hoseok por todo su pecho.

Hoseok no dice nada, solo abraza al chico para esconderse avergonzado. Jungkook solo atina por irse, dejando el suéter tirado en el marco de la puerta. Se despide de la señora Jung diciendo que debe llegar temprano a casa y que Hoseok ya estaba dentro.

Camina las pocas cuadras de distancia repitiéndose a sí mismo que no había forma de alcanzar a Hoseok; con ya varios meses de haber cumplido dieciocho y él con apenas dieciséis, no hay forma en la que quiera tenerlo como parte de su vida.

llorar por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora