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ㅤ ㅤ ㅤ '' MARRIAGE '' ㅤ
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤEL SONIDO DE LASTELAS ÁSPERAS arrastrándose con furia contra el suelo no era más sino una fuente productiva de adrenalina que se acrecentaba en el flujo de su sangre. Disfrutaba de los rostros de pánico dibujándose en espíritus ajenos, y sin embargo, no solo estaba el disfrute propio bajo sus golpes asestados, pues cuando no era ella quien peleaba, sino su pareja, se deleitaba al ver la pérdida inminente del orgullo adversario, sonriendo al bicolor cuando lograba vencer a sus oponentes como cuchillos cortando mantequilla.
—Iremos a pelear con dos de Brahman, después te llevaré a un sitio —declaró el chico, haciendo que la fémina analizara dos veces el nombre propio escupido con indiferencia entre aquellas palabras.
—¿Brahman? —cuestionó la fémina en un murmullo mientras observaba a su pareja desde el espejo que había frente a él, quien se colocaba correctamente las prendas de ropa que llevaba puestas por encima— Estaba ya está disuelta, ¿no?
—Bueno sí, ya me entiendes. Son las condiciones para entrar en Kanto Manji. Benkei tuvo que hacer lo mismo —ella asintió, conocedora de la situación que Wakasa llevaba hacia delante tras la disolución de la pandilla antes mencionada.
—Oye, ¿y cómo es eso de que me vas a llevar a un sitio? —la fémina se colocó justo detrás del bicolor, poniendo sobre sus hombros una gabardina de color oscuro como perfecto aislante de frío. Apoyando su barbilla en el hombro contrario mientras sus irises conectaban a través del cristal reflectante—. ¿Puedo saber dónde? —alzó las cejas unos milímetros, con una sonrisa curiosa que dibujó una mueca similar en el rostro impropio.
—No, es una sorpresa.
Un pequeño y suave movimiento por parte del chico bastó para voltear su cuerpo un poco, colocando sus extremidades sobre los brazos femeninos justo tras cubrir su ropa con aquella prenda de tela gruesa. El chico depositó un beso sobre la frente contraria, un instantáneo contacto entre los labios del chico y la dermis de la fémina que supuso una delicada corriente que les hizo cosquillas, fácilmente comparable a una caricia que induciría una sonrisa en ambos pares de labios.
—Algún día aprenderé a descifrar los secretos que escondes a veces —fueron las palabras pronunciadas por (Nombre), antes de que una pequeña carcajada tuviera origen en su garganta.
El tintineo de unas llaves precedió a la apertura de la puerta de madera de aquel segundo piso, donde ambos llevaban alrededor de dos años compartiendo residencia. Ambos descendieron al piso de menor altura, llegando al garaje donde estaría aparcada la moto del mayor. Ambos subidos en el vehículo, agradeciendo el viento que les producía su movimiento y que refrescaba aquella calurosa tarde de verano. El destino estaba cerca, y apenas tardaron en alcanzarlo.
