Capítulo 2

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No. Louis. Un niño. Un alfa. No .No. Omega.varón.

Harry no sabía que decir, enmudecio, las palabras abandonaron su cuerpo junto con la razón.

¿Catorce años?

Harry había creído que menos, Louis era pequeño, delgado y delicado, parecía haber sido sacado de un lienzo y arrojado al mundo para salvarlo de su miserable existencia.

¿Catorce años? Es un niño, un adorable omega, lo sé. ¿Acaso el señor Tomlinson no lo ve? Es delicado, no es amenazador, su enfado es incluso enternecedor, no puede ser un alfa. — Pensaba Harry. Optimista sobre el pensamiento de Louis siendo un Omega, hasta que se dio cuenta lo que implicaba que el fuera un niño.

No podría acercarse a él.

— Lo lamento, señor Tomlinson, es sólo que creí... que... disculpe mi imprudencia — miró al pequeño.

— Y a ti Louis, te ofrezco una disculpa, lo que menos quise fue ofenderte — la irritación de Louis desapareció y simplemente se inclinó un poco.

— Permiso— y así como llegó, se fue. Harry quedó con la garganta seca y juraba que podía sentir las lágrimas detrás de los ojos; nunca había logrado sentir algo por el aroma de ningún omega y ahora llega ese pequeño todo sonrojo y pestañas largas, ojos azules y aquella voz que más parecía un canto de sirenas y — Dios era un niño — era un varón que además no ha presentado. Harry podría morirse allí mismo.

Esto está mal, esto está muy mal.

Luego de que la familia del señor Tomlinson se retirara, haciendo la misma reverencia que hicieron al llegar, a excepción de Charlotte, quien había sonreído y se había quedado mirándolo más tiempo del prudente, recibiendo una mirada de amonestación por parte de su padre.

Los dos alfas se quedaron en la sala, el señor Tomlinson le explicó Harry lo que requería. Sucedía que los Tomlinson eran dueños de unas de las pocas granjas que aún hacían el trabajo de modo manual o artesanal, bajo el reinado de la reina Victoria. Inglaterra se encontraba desarrollada industrialmente y las personas del campo decantaron por la ciudad, sólo el diez por ciento de la población seguían en la vida rural y esto conllevó a que el país buscara realizar importaciones para suplir las necesidades alimentarias de la población, lo que significó que familias como los Tomlinson que aún hacían el trabajo manual se vieran afectadas.

Lo entiendo, quiere que yo salve la granja — pensaba Harry mientras el señor Tomlinson parloteaba aún sobre la economía del país y básicamente sobre su propia economía en decadencia.

El trabajo de Harry era lograr, de alguna manera, que la granja se pudiese mantener, que dejara de representar pérdidas para el señor Tomlinson y su familia. Des había pensado en él para esa labor, al enterarse que su amigo William Tomlinson se encontraba en problemas, ya que conocía la destreza de su hijo y sabía que se estaba desperdiciando su talento en los clubes de Londres.

Harry, con apenas veintiún años, era uno de los hombres más audaces para los negocios y confiaba que éste tuviera éxito en la labor encomendada, pero lo que realmente esperaba era que al salvar la granja Tomlinson, su hijo se convenciera de lo bueno que era y tuviera algo por lo que encaminar sus pasos.

— Entonces muchacho, tu padre ofreció su ayuda, pero para mí es importante que seas tú quien decide si puede o no ayudarme — dijo el señor Tomlinson y Harry pudo reconocer la vergüenza en su voz. No es fácil para él. Orgullo de alfa y pedir ayuda no van de la mano.

Harry no sabía que responder, entendía lo que estaba haciendo el señor Tomlinson, lo que le costaba, pero él tenía miedo, miedo de lo que sintió cuando vio a Louis, cuando lo olió. Por supuesto que quería estar cerca de él, seguir embebiéndose del aroma más asombroso que alguna vez hubiese sentido, pero eso podría ser perjudicial.

Tengo que hacerlo, ayudarlo. Ver a Louis, oler a Louis.

Sólo verlo, no tocarlo, lo juro.

— Por supuesto señor Tomlinson. Mi padr- Des le ha dado su palabra y yo la confirmo — pensó un segundo. — Y hay algo que debo pedirle de manera especial —.

— Dime muchacho, lo que sea —.

— Señor Tomlinson, sucede que la casona de mi familia estuvo abandonada todo este tiempo y si no es demasiada molestia yo... yo quería pedirle, sólo si no hay problema, que me colaborara a hacer un... una... una  limpieza y con... con la cocina — dijo Harry, arrepintiéndose a medida que las palabras salían de su boca, qué tan mal podría tomarlo el señor Tomlinson. Es como si le estuviese diciendo que sus hijas omegas eran las apropiadas para encargarse de las labores de una casa que ni siquiera era la propia.

— Oh, Harry, no — Era de suponerse — penso, mientras el señor Tomlinson hablaba. — No sabía que la casona estuviera en ese estado, lamento que hayas tenido que dormir allí, no te preocupes por eso, mañana en la mañana lo solucionamos, y con respecto a lo de la comida, puedes quedarte a almorzar, parece que pronto estará servido — dijo el señor Tomlinson estirando un poco la nariz en dirección hacia el pasillo que parecía dirigirse a la cocina.

Ver a Louis. Sentarme en la mesa con Louis.

— Me temo señor Tomlinson que debo declinar su oferta, ya tengo solucionada la alimentación del día de hoy —. Mintió, sabía que no soportaría estar de nuevo cerca de Louis tan pronto y menos sentados en la misma mesa. — Pero le agradezco por su colaboración respecto a la organización de la casona —.

— Oh... está bien muchacho, mañana temprano estará allá alguna de mis hijas o dos de ellas — dijo con una sonrisa y un asentimiento que Harry correspondió.

— Muchas gracias señor Tomlinson, siendo así, entonces me place haberlo conocido, nos vemos mañana — dijo extendiendo una mano que el señor Tomlinson no tardo en tomar.

— Nos vemos muchacho —.

— Despídame de su familia, por favor. Ha sido un placer conocerles a todos — dijo tratando de mirar disimuladamente por donde Louis había abandonado la sala ya hace algunos minutos. Una última reverencia por parte del señor Tomlinson y adiós.

Estaba fuera, caminaba rápido, casi corría, necesitaba alejarse de Louis, de ese aroma, de esa sensación que le oprimía el pecho.

Dios. Dios. Dios. Dios.

Tardó menos de lo normal en llegar a lacasona y una vez allí cayó de rodillas tras cerrar la pesada puerta de madera.

Se lastimó, pero eso era nada comparado con la conmoción que estaba sufriendo. Harry posó sus dos manos cruzadas sobre el pecho, intentando sentirse el pulso y parecía que de tan veloz que latía su corazón, el usual palpitar se había vuelto un zumbido.

Sudaba y no podía abrir los ojos, nunca había sentido nada así.

¿Qué había sido eso?

¿Qué me has hecho Louis?

Upper Class L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora