Capítulo 3

192 17 1
                                    

Louis no había hecho nada, de hecho, el pequeño había sido totalmente ajeno al caos que ocasionó en el alfa. Él no había sentido nada que no hubiese sido enfado cuando Harry pensó que él era un omega, no es que estuviera mal, pero de ser así, sabía que lo alejarían de su familia.

Ya iba a anochecer cuando Harry se levantó del suelo, se había quedado allí tendido durante casi todo el día con una extraña sensación ambigua de saciedad y e insatisfacción, como si encontrase aquello que pudiera llenar el vacío que tenía, pero a su vez con la certeza de que jamás sería suficiente, que él iría a por más, que su cuerpo siempre necesitaría más y ese "más" no sería posible.

Quería alcohol, pensaba que embriagarse quizá adormecería las ganas impulsivas e hirientes que tenía de ir a Louis, de pegarse a su pequeño y frágil cuerpo, de enterrar su nariz en ese cuello delicado y suave, de poder olerlo mejor, de descubrir a qué olía exactamente, de perderse en sus ojos y quizá lograr que Louis dijera algo y ser transportado a donde fuese que la dulce pero potente voz del pequeño lo llevara.

Salió de la casona y llegó hasta un lugar nada elegante donde compró tres botellas de vino — No se cuántas veces tendré que apaciguarme con alcohol —.

Esa noche Harry bebió pero no lloró. Odió la casona, odió el clima, odió a Des por haberlo enviado a ese lugar, odió al señor Tomlinson por ser ciego y no notar que su pequeño hijo era un omega, odió a Louis por no ser mayor, pero sobretodo se odió él por ser tan patético, no podía ser que un pequeño de catorce años lograra desestabilizarlo de ese modo.

Se quedó dormido pensando en Louis y soñó con ojos azules penetrantes y cálidos, aromas envolventes y malditamente atrayentes, mechones de cabello castaño suave y brillante y una pequeña voz aterciopelada pero impetuosa y firme que lo llamaba a él.

- ¡Jóven Styles! ¡Jóven Styles! -

Golpes en la puerta.

Harry se levantó de un respingo. Estaba tendido en el suelo de la sala principal y llamaban a su puerta, entraba la luz de la mañana por la venta y...

- ¡Jóven Styles! - más golpes en la puerta. Harry se levantó y antes de abrir, antes de siquiera verlo, lo sintió, ese aroma, ese olor, por primera vez la resaca no se hizo presente. Louis era la cura para todos los males y se encontraba allí detrás de su puerta.

Abrió sin pensarlo, sin revisar su aspecto, buscando desesperadamente percibir más de ese olor, ver al precioso ser que lo emanaba y que era ajeno a la magia que cargaba en el cuerpo.

Frente a su puerta se encontraban Charlotte con la sonrisa coqueta que ya Harry conocía y un enojado Louis con las mejillas encendidas.

- Jóven Styles - dijo Charlotte con una leve inclinación. - Disculpe mis gritos y los fuertes golpes en la puerta, estamos aquí desde hace un rato -

¿Por eso estará enojado Louis? ¿Lo obligaron a venir? ¿No vendrían dos de las omegas hijas del señor Tomlinson? ¿Louis? ¿Louis?

- Desde hace muchísimo rato - agregó Louis en un tono molesto.

¡Este niño!

- Oh, lo lamento su alteza, no puedo imaginar que asunto de vital importancia se retrasará por culpa de éste humilde servidor - decía Harry ignorando, sin una gota de remordimiento, las disculpas de Charlotte mientras esbozaba una sonrisa y admiraba crecer la ira de Louis.

- Más importante que alcoholizarme, seguro - dijo Louis con un gesto casi retador, barriéndolo con la mirada de pies a cabeza.

Notó mi aspecto.

Upper Class L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora