Capítulo 9

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Cada vez se hacía más difícil para el alfa estar cerca de Louis.

Soñaba con aquella frase "Creo que te quiero", como el doloroso recordatorio de que no volvería a oírla.

Louis se estaba comportando extraño, cada vez más distante y cuando por cosa del destino se encontraban en el mismo salón, lucía tan incómodo que Harry sentía su corazón siendo cercenado por mil dagas.

Hablaban sólo lo referente a la hacienda, ya que desde el día siguiente a la confesión de Louis, empezaron a trabajar en ello: a llevar a cabo la idea que juntos habían planeado.

El alfa tuvo más comidas en la casa Tomlinson, en las que para su desgracia, Charlotte sí estuvo presente, sentándose a su lado por orden de una insistente Johanna.

Aquella situación se estaba volviendo irritante para Harry, quien desde su sitio observaba a Louis comiendo en silencio con la mirada perdida.

Mírame Louis, Demonios, me estás matando.

Louis no lo miró, ni en esa ni en ninguna de las otras noches en las que Harry era invitado a comer.

En una de esas comidas, el señor Tomlinson tuvo una idea: harían una fiesta en la que celebrarían el cumpleaños número quince de Louis y la expansión de la hacienda.

Todos estuvieron de acuerdo, muy
emocionados. Todos, excepto Louis.

Harry no podía estar más preocupado. Su pequeño de lengua rápida y peligrosa ahora pocas veces hablaba y nunca sonreía. Cada vez lo veía más pálido y el violeta bajo sus ojos estaba más oscuro cada mañana.

Lo que el alfa ignoraba era que Louis estaba siendo torturado a diario por el incesante parloteo de su madre y Charlotte sobre el modo en que, según ella, Harry miraba a la omega, o la importancia de que sus celos se hayan acompasado.

— No vas a encontrar un alfa mejor que éste. Guapo, con apellidos importantes, y sobretodo, adinerado — Le escuchó decir Louis a su madre mientras entraba a darle las buenas noches a Lottie.

El pequeño odio aquello. Harry era más que eso, era inteligente, gentil y cálido. Lograba tranquilizarlo con uno de sus abrazos, y estaba seguro que su sonrisa con hoyuelos podía curar cualquier malestar. ¿Por qué no podían ellas ver eso?

La mañana siguiente que el señor Tomlinson anunciaría que se llevaría a cabo la fiesta, Harry se dirigió al pueblo, envió la carta a su padre y se
dispuso a buscar algo especial para Louis. Quería darle un regalo que el pequeño conservara por siempre.

Caminando por el pueblo divisó una orfebrería*, sonrió sabiendo que allí podría encontrar el regalo perfecto.

Pidió al señor que allí atendía lo que
pretendía que elaboraran para él, le informaron que se lo entregarían dentro de una semana y era perfecto pues tendría el regalo consigo una semana antes de la fiesta.

Justo cuando se despidió el hombre y salió del local, casi choca con la señora Tomlinson y la hermana castaña de Louis, Felicite. Las dos mujeres sonrieron y la señora Tomlinson abrazó a Harry como si fuese su propio hijo.

— Querido, que milagro encontrarte en el pueblo — dijo la señora Tomlinson mirando con curiosidad el local del que acababa de salir el alfa.

— Ehh... si... señora Tomlinson, es que estaba enviando una carta a mi padre, dándole noticias mías y paseando un poco —.

— Oh... Querido, pudiste haber invitado a Charlotte. Ella habría estado encantada de acompañarte —.

— No lo dudo — dijo Harry y la señora Tomlinson pareció haber recibido una cachetada. El alfa se aclaró la garganta. — Quiero decir, que Charlotte siempre están amable conmigo, pero yo me encontraba solucionando asuntos personales — dijo con una sonrisa.

Upper Class L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora