Página uno.

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20/5/2014

Tengo miedo...y no sé con quien hablar. He visto y hecho cosas malas, muy malas.

Por eso he decidido escribir este diario, para que quede guardada la historia de mi vida que sé que a partir de este momento dejará de ser la vida corriente de un adolescente.

Empezaré desde el principio. Me llamo Luka Ivanovish, nací en Rusia y hace unos seis años vivo aquí.  Mi madre y yo nos trasladamos después de la muerte de mi padre para cambiar de aires, comenzar una vida nueva.

Tardamos tres años en instalarnos y acostumbrarnos a las tradiciones
del país y aprender el idioma. En ese tiempo mi madre estuvo viéndose con un hombre, el sólo era una silueta sin rostro hasta que me lo presentó. Desde el principio no me calló bien, había algo en su personalidad que no me terminaba de cuadrar pero lo tomé como celos en un chico de doce años.

A pesar de no agradarme en lo más mínimo trataba de comportarme como el hijo obediente que mi madre quería que fuese. Así pasaron tres años. Ellos se casaron y Pablo, mi padrastro, se mudó con nosotros, ahí fue cuando las cosas pasaron de ser simples sospechas a nada sutiles señales. En la presencia de mi madre seguía comportándose como el padre amoroso, pero cuando estábamos solos todo cambiaba.

Empezó con miradas, comentarios fuera de lugar y así pasaron un par de meses. En serio que continuaba pensando que mi paranoia jugaba otra vez con mi cabeza, lo pensé hasta aquel día.

<<—¿Dónde está mi madre?—pregunto al no verla en la concina ya que era la hora de la cena—.

—Tu madre salió a ver a unas amigas, ya sabes como es—responde Pablo sin despegar la mirada de su laptop—.

—Se olvida de que tiene un hijo al cual alimentar. ¿Qué piensa, que me lleno con las partículas de aire?—me quejo cruzandome de brazos—.

El sigue en lo suyo y yo me siento en la mesa de la cocina mirando mi plato imaginario.

Cada día me sorprende la actitud de esa mujer, un día más y ni se acuerda que soy su hijo. Nunca ha sido la mas atenta y cariñosa conmigo pero desde que ese personaje—me refiero al que está sentado en mi sillón haciendo el vago y mirando porno. Lo sé porque no se molesta en ponerse audífonos—llegó a nuestras vidas su frialdad se ha visto potencialmente en aumento.

—Voy a bañarme—dice y se larga—.

Genial, no lo veo dispuesto a prepararme la cena. Tendré que pedir una pizza.

Levanto mi culo y camino hacia donde se encuentra el teléfono pero veo algo que capta mi atención; el muy imbécil se dejo la laptop encendida.

Mi oportunidad para ver todo lo que guarda ese pervertido, pienso.

Echo una mirada rápida a la escalera y me acomodo en en sofá.

Busco entre las carpetas—Es un pervertido con p mayúscula.

Sigo revisando y me topo con una carpeta en específico que me deja paralizadoestá una carpeta con mi nombre.

Trago grueso y hago clic. Algo en mi interior me dice que no debí hacerlo pero ya es tarde.

Se termina de cargar y lo que ví no era lo que me esperaba, aunque sinceramente no sé que esperaba al descubrir una carpeta con mi nombre en medio de vídeos porno.

—¿Qué es esto?—murmuro viendo el contenido—.

Hay fotos. Fotos mías durmiendo, con el uniforme de la escuela, en mis clases de arte, en la piscina.

Comienzo a asustarme. Un sudor frío recorre mi frente a la par que lágrimas se acumulan en mis ojos al ver un vídeo mío en la ducha. ¿En qué momento me grabó ese psicópata?

—¿Así qué las viste?—dice una voz detrás de mi—.

Sentí como se me pusieron los pelos de punta. Quedé paralizado, incapaz de articular cualquier músculo de mi cuerpo. El frío me  invadió a pesar de estar en pleno verano. Había descubierto la cueva del lobo, y de idiota esperé a que se abalanzara sobre mí.

Lentamente me giro con miedo de que tan sólo con ese movimiento lo haya hecho enojar más.

—No te imaginas las veces que la he dejado encendida esperando que esto pasara—admite con una sonrisa sádica en su rostro—.

Siempre sospeché, pero no creí en la idea de estar viviendo bajo el mismo techo que en pedófilo.

¿Qué hago ahora? ¿Llamo a la policía? ¿Cuál es el número de la policía?

Mierda, nadie está preparado para afrontar una situación así.

En un intento desesperado trato de correr pero él es más rápido y fuerte que yo. Me apega contra su cuerpo, puedo sentir su respiración sobre mi piel. Es una sensación asquerosa pero por algún motivo se me hace familiar.

—¡Para!

Grita un yo siendo golpeado por un hombre.

—¡No!

Los sollozos se mezclan con los gemidos de placer provenientes de la persona que tengo encima . Mi yo se haya totalmente desnudo.

—Para...

Se mira en el espejo, es el mismo espejo de la habitación de mi madre. Lo veo, la persona que me está violando es este hombre.

Ya ha pasado, ahora lo veo con claridad. No fueron una, ni dos veces las que este enfermo abusó de mí. Esos moretones no eran por caerme jugando al Fútbol Americano, y esa sensación extraña que sentía al verlo...todo cobra sentido.

—Aléjate—grito al recordar todas esas escenas. Trato de sacarme de su agarre pero es imposible competir con la fuerza de un adulto—.

—Shh—cubre mi boca con su mano y la otra está alrededor de mi cuello—Si no dejas de oponer resistencia tendré que recurrir a la violencia y no queremos eso ¿o, si?.

Niego con la cabeza.

—Eres un niño bueno—susurra en mi oído—.

Eres un niño bueno

—Si dejas que te folle puede que tengas el privilegio de chupármerla.

—Ahora deja que te quite eso—me tumba en el sofá—.

Las cosas que me ha obligado a hacer...

—Esto estorba—quita mi camisa—.

He vivido con el todo este tiempo. Con este monstruo...

—No te imaginas como me pones niño—muerda mi cuello—.

Alguien.

Por favor.

Que me salve.

Mamá.

¿Mamá?

La puerta de la sala se abre de repente y una mujer pasa a través de ella.

Estoy salvado.

—¡Mamá!—exclamo aliviado saliendo de mi transe pero mi entusiasmo se va tan rápido como llego al ver que ella no se inmuta—.

—Mamá—repito y nada. Me esta ignorando—.

—Ma-mamá—nada—.

—Ahg—gritó por el daño que estoy recibiendo—.

La sigo con la mirada. Continuó con su camino hasta las escaleras—¡Mamá!—por fin se detiene—.

Se gira dejándome ver la misma sonrisa sádica del monstruo que tengo encima.

—¿Alguna vez te he dicho cuanto odio tu voz?—habla fríamente—.>>

El diario de LukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora