Uno

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Laila

Una noche oscura, el cielo gris con destellos causados por los relámpagos, y gotas frías cayendo por mi cuerpo, todo un año de sequía, todo un año donde ni una planta era adornada por el rocío de la lluvia, y hoy, que mi auto se descompuso, hoy que e tenido que caminar al salir del trabajo directo a casa, hoy justamente hoy que ni un suéter me he traído, ha decidido llover.

Y no es cualquier llovizna, es la señora llovizna, es la mamá de las lloviznas, gotas gruesas y frías, relámpagos con una diferencia de segundo y el viento tan fuerte que haría caer árboles, la expresión:" el cielo se esta cayendo", seria muy bien usada en este momento.

Corro entre las calles solitarias, pasando por pequeños lagos de lluvia, dañando mi único par de zapatos aceptables, mi pequeño vestido de flores amarillo se pega a mi cuerpo gracias a la lluvia.

Corro sujetando la bolsa de plástico entre mis manos, donde llevó escondido mi celular para que no se dañe, la noche oscura hace que se me dificulte el caminar y no tropezar, ya he tenido dos intentos de besar el suelo, apretó mis ojos para poder divisar el camino frente a mi, y sin ningún acceso de Luz se me hace complicado.

Corro tan rápido como puedo, escapando de un inevitable resfriado, pero me detengo, y no porque quise, si no porque me caí, la tercera es la vencida, ¿no?-Agh-gruño al caer, al sentir el duro suelo contra mis rodillas-¿acaso eres ciego?-grito toda cabreada, pero no recibí ninguna respuesta.

Me levanto y trato de ver a la persona con quien choque, pero con la oscuridad de la noche y la gotas de lluvia en mi cara es imposible, escucho los pasos de la persona alejarse-¡Vete al infierno!-Le grite a esta sombra que se alejaba.

Unos par de kilómetros mas corriendo como gallina sin cabeza, llego a mi casa, llego a la puerta toda empapada, y cuando voy a buscar dentro de la bolsa de plástico las llaves, noto que la puerta esta semi abierta.

Mi primera reacción, ponerme en alerta, todos en esta ciudad saben que vivo sola, así que quizás sean unos ladrones y si lo son, están muy equivocados al pensar que pueden venir a mi casa a robar, el hecho de que viva sola no significa que no sepa defenderme.

Abro la puerta con cuidado, al entrar percibo sonidos de movimiento en la cocina, mi casa no es tan grande y lo que hagas se escucha en cada habitación, camino en puntillas, veo la escoba de barrer al lado de la puerta, lo tomo, me dirijo a la cocina con postura de batalla, estas persona no saben con quien se han metido.

Llego al borde de la puerta, tomo aire, y con una patada estilo película la abro--¡salgan de mi casa pedazos de mierda!-grito y con mis ojos cerrados comienzo a mover la escoba para todos lados

-¡Laila, Laila, lailaaaaaaa!-eso me hace detener-mierda, me pegaste loca, ¿me quieres matar o que?-y al abrir los ojos, en vez de ver a unos ladrones veo a mi mejor amiga, sobando su cabeza gracias al golpe que le acabo de dar.

-no sabía que eres tu-le digo bajando mi arma mortal

-Menos mal que no sabias, si no hubiera terminado muerta-dice Ibiza mi mejor amiga desde los cinco, es una morena de un metro setenta, Cabello rizado, ojos marrones, y un cuerpo que hace dudar de su sexualidad a cualquiera, su nombre no tan común la representa tal y como es, una fiesta llena de personalidad y energía andante, pero odia que la llamen así.

--Ibi, no sabía que ibas a estar aquí, además no te he dicho, que cuando vengas a casa me avises-Le digo cruzando mis brazos, actuando como una madre

--si te he avisado, pero no viste el mensaje-dice moviendo su cabeza y elevando una ceja, haciendo su característica señal de que ella no tiene culpa y yo no tengo la razón.

La presa de DravenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora