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Pero cuando llegó el momemto de hacerlo, la piel de mi muñeca parecía tan blanca e indefensa que no pude. Era como si lo que yo quería mtar no estuvier en esa piel, ni en el ligero pulso azul que saltaba bajo mi pulgar, sino en alguna parte más profunda, más secreta y mucho más dificil de alcanzar.

los fragmentos del corazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora