Capítulo 8

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"Su forma de ser empezaba a sentirse como si me ataran con cadenas y me arrojasen al mar."


—¡LO MATASTE!— Grité. Él se relaja en su silla del despacho al que tuve que ir porque no quería formar un escándalo.

—Tu afirmación es evidente, ¿no lo crees?— Responde. Lo miro con desaprobación.

—Le escribiste que soy tuyo.— Me cruzo de brazos, él juega con el bolígrafo en su mano pero aun así me observa con una sonrisa.

—Lo eres. Aceptaste ser mi hombre, así que sí, lo hice.

Suspiro y blanqueo los ojos.— Empiezo a creer que no te importa llenar tus manos de sangre.

No me mira, lee esa carpeta con mucho detenimiento.

—Y yo empiezo a creer que te encanta jugar con mi paciencia. ¿No tienes nada mas que hacer? ¿Ir de compras, sacar cita para arreglar tu cabello o algo así?— Alzo una ceja.

—No necesito ir de compras, pero de hecho si tengo que hacer algo.— Camino hasta la puerta, la abro despreocupado.

Subo las escaleras de su mansión, voy hasta mi habitación para cambiar mi ropa, me coloco mi abrigo para luego poder tomar mi bolso.

—¿A dónde vas?— Un pecho firme me impide el camino. Choco contra el para alejarme rápido.

—Dijiste que fuera a hacer algo. Voy a trabajar— Paso por su lado pero el me sostiene de la mano. Mi piel se eriza por completo por lo que lo miro directamente a su rostro.

—No tienes que trabajar en ese lugar.— Me suelta.

—No, no tengo. Pero debo ir, soy fiel a mi palabra.— Junta sus cejas, me volteo para abrir la puerta. En cuanto lo hago, los guardias me imiden pasar.

—Iremos juntos.— Bufo. El único lugar donde puedo ser libre y él quiere ir...


***


—Ten. — Le dejo el vaso y la botella de whisky de mala manera, él coloca su mano en su mentón y me mira con detenimiento.

—¿Estas enojado?— Pregunta. Lo miro serio.

Hijo de...

—Le rompiste los dedos a alguien que intentó tocarme. Le rompiste la cara a alguie que dijo un comentario sobre mi. Dime tu si no estare enojado...— Me mira con su típica mirada inocente.

—Se lo merecían, no pediré disculpas por eso. — Suspiro, me alejo de su mesa para calentar un poco. Cuando terminan las chicas voy yo, hago mi rutina del tubo.

Me dejo llevar por la música, le doy una mirada al publico. Ellos gritan, Yibo bebe de su whisky aun viéndome.

Bajo del escenario sintiendo el faro de luz seguirme. Subo a una mesa para mover mis caderas y mi cabello, en ningun momento dejo de retarlo con la mirada. Varios intentan tocarme pero simplemente cambio de mesa. Tomo a uno de la corbata para subirlo al escenario, este rie subiendo sus manos; yo simplemente lo tiro a la silla del escenario para subirme sobre él y usando su corbata me dejo caer lentamente hacia atrás.

Cuando termino, salgo a cambiarme. Me saco la ropa y el poco maquillaje que tengo. Justo cuando estoy semi-desnudo la puerta se abre, veo a Yibo entrar y caminar hasta donde mí. Me toma del mentón pegándome con fuerza hasta la pared, su agarre es fuerte y firme.

—¿Qué diablos haces?— Pregunta. Me devuelve la movilidad de mi boca. Sonrío para poner mi mano en su hombro y jalarlo hasta mi para rozar mis labios con los suyos.

—No te gusta cuando te pagan con la misma moneda, ¿verdad?— Sus labios se abren un poco para besarme, ambas lenguas se rozan entre sí. Me separa las piernas metiendo su mano por la lencería. Juega con mi intimidad ocasionando que el beso se rompa, pego mi rostro a su frente mientras el juega con mi entrada.

Retira sus dejos dejándome tocar el suelo, se acerca a mi oído.

—A ti tampoco te gusta cuando te pagan con la misma moneda, ¿verdad?— Lo golpeo un poco dejándolo a un lado.

Me coloco la camisa suelta, luego me pongo mis pantalones. Cuando estoy por ponerme mis zapatillas alguien toca la puerta. Yibo me da una mirada para que la abra mientras mira su teléfono.

—¿Hola?— Digo. El hombre frente a la puerta tiene cara de pocos amigos, pero aun así me da una sonrisa.

—¿Esta aquí el señor Wang?— Me tenso. Puedo ver por el rabillo del ojo a Yibo darme una mirada.

—¿Quién lo busca?— Ignoro la mirada de ambos hombres que me miran con diversión.

—¿Está si, o no?— Alzo una ceja.

—Que le importa. — Toda mi valentía se va cuando el hombre termina de abrir la puerta y me pega a la pared. Igual que Yibo, me sostiene del mentón pero con tanta fuerza que suelto un quejido.

Su mano libre se hace puño y vuela a mi estomago, todo mi aire desaparece y me doblo. Intento recuperar el aire mientras que Yibo golpea al hombre con su pistola en la cabeza. Cuando sus guardias aparecen se llevan al hombre noqueado.

—Shh, tranquilo...solo relájate. — Pone una mano en mi espalda mientras que yo siento mis ojos llenarse de lagrimas por la impotencia.

—Para la próxima...dejare que te maten. — En cada palabra tomo una pausa. Él se rie y me alza, toma mi rostro en sus manos y limpia mis lagrimas.

—Me protegiste...No te pedi que lo hicieras, pero aun así lo hiciste— Me da una mirada tranquila, se la devuelvo hasta que sonríe con burla.— ¿Acaso te importo?— Blanqueo mis ojos para sacar sus manos de mi rostro.

Tomo mi bolso y me coloco las zapatillas, salgo ignorando su risa divertida. Camino afuera de la habitación para tomar mi dinero y entrar a la camioneta, él me sigue pero no sin antes darle una orden a sus hombres de llevar el cuerpo a la bodega. También puedo escuchar algo de igualmente llevarnos a la bodega para interrogar al sujeto.

En mi mente aun esta la pregunta de por qué lo cubrí. No es como si ya hubiera desarrollado síndrome de Estocolmo y tenga sentimientos por Yibo.

Es simplemente justicia, ¿no?

El protege a mi madre, y yo lo cubro a el

Porque así funcionan las cosas, ¿no?



*** *** *** 


Cualquier error me dicen ^^

El Rey de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora