22.

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—Me gusta tu cabello.

—Gracias, Ucry —Canadá sonrió enternecida.

—Yo... debo irme.

—Ucry, espera... —actuó por impulso—. Bueno... ¿Quieres...?

—Sí.

—Ucry, no estas respirando, ¿verdad?

—No.

Canadá rio bajito.

—¿Por qué no practicas respirar mientras charlamos?

—No creo que pueda —enrojeció por estar soportando el aire, y por la expresión amable que tenía la canadiense.

—¿Entonces cómo puedo invitarte a ir por un helado?

—Ah...

—Respira, Ucry —le sostuvo de las mejillas—. Por favor.

—¡Eres muy bonita! ¡No puedo respirar el mismo aire que tú!

Y Canadá solo lo vio escapar.

Sonrió.

Debía recordar que no podía acelerar las cosas con Ucrania. Debía dejarlo ir a su ritmo.

Perfumes [Ucrania x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora