- Madam Lan -

02 - Mi Shifu es una extraña

El fuego comenzó a arder delante de sus dorados ojos, no importa dónde mirara, muros, techos y plantas estaban siendo consumidos. Como si hubieran adoptado la forma de monstruos viciosos, las llamas se arrastraban o caminaba por todo el espacio, destrozando lo que se encuentre a su paso con extrañas garras y devorándolo todo con sus grandes bocas, acercándose a ella cada vez más. Las profundas y oscuras cuencas en donde debería haber ojos de aquellos monstros estaban buscándola, teniendo cuidado de no dejar un solo rincón sin remover y destruirlo hasta las cenizas.

Wu YueShi mordió el dobladillo de sus túnicas celestes para ahogar su respiración agitada y los pequeños sollozos, esperando que no la encontraran. Cerró los ojos, su mente y corazón estaban agitados al punto en que podría desmayarse; pensó que no podrían encontrarla si ella dejaba de ver lo que ocurría. No era ingenua, tenía miedo. Había visto la figura de su madre caer en esas llamas, y ahora los fantasmas venían por ella.

"¡A-Niang!" abrazada sus pequeñas rodillas, rogando en la oscuridad de aquel cobertizo, envuelta entre mantas viejas donde su madre la había dejado. Todo su cuerpo temblaba con el terror que nunca antes había imaginado, quería llorar y correr a los brazos de su padre. ¿Qué estaba ocurriendo? Apenas hacia un momento habían estado disfrutando de una tarde juntos: Ling XingZi había comenzado a enseñarle técnicas de espada y quería probarle a su padre lo buena que era aprendiendo. ¿En qué momento todo acabó? ¿Realmente acabó? Wu YueShi sintió ardor en los ojos cuando las lágrimas se escapaban por sus parpados fuertemente cerrados. "¡No es cierto, no es cierto!"

La garganta ardía como si un de aquellos monstruos la hubieran tomado del cuello con sus manos, estrangulándola, sin dejarla respirar. Se estaba asfixiando. Sus pequeñas manos comenzaron a refregar la piel, intentando encontrar un espacio por el cual poder respirar, en una infantil idea de que todo terminaría. El estrépito recorrido de una viga cayendo la obligó a abrir los ojos, sus jadeos se volvieron más ruidosos y pesados, mirando en todas direcciones, tal vez esperando que el techo cayendo sobre ella. Nada. Cuando levantó la manta que la estaba cubriendo, el rostro deformado de las llamas apareció ante ella, observándola con profundos y vacíos ojos, a punto de devorarla.

Wu YueShi despertó envuelta en un caliente y espeso sudor. Su respiración estaba tan agitada que, por unos segundos, era lo único que podía escuchar en la oscuridad de la noche. Era luna nueva, no había nada más que el pesado manto oscuro de la noche por delante, lo que la hizo creer que seguía atrapada en aquellos ojos que la habían mirado. No podía moverse ni hablar, sentía que estaba siendo tragada por la masa oscura que se expandía infinitamente delante de ella y una presión sobrehumana le impedía respirar.

Habían pasado cinco años después del asedio a la Secta YingchuanWang, y no había quedado nada de lo que antes había llamado hogar. La Secta QishanWen se llevó a la mayoría de los discípulos de la secta a Ciudad sin Noche después de aquel día, y los restos de aquellos que se resistieron fueron entregados a la Secta QingheNie para que se encargara de ellos. La investigación de Wu SiXiang quedó perdida en alguna de aquellas manos; de su madre no quedó más que aquella espada que ahora colgaba en su cintura.

- ¡Ha! – Soltó un pesado jadeo cuando pudo recobrar el control sobre su cuerpo – Fue solo un mal sueño, un mal recuerdo.

Nada quedaba de aquella voz infantil: era suave, modulada en un tono bajo pero alcanzando un registro agudo cuando la alzaba. Wu YueShi había crecido desde aquel entonces y había aprendido a vivir con aquellas pesadillas, sola. Sobrevivió todo este tiempo gracias a su voluntad de continuar y encontrar a la persona que había acabado con su felicidad, la persona que la empujó hasta este lugar en medio de la noche sin tener un hogar donde descansar.