Regla 10: Sigue tu instinto de hombre.

2.8K 545 35
                                    

Se me quiebra la voz al hablarle a Ellie, aunque hay un millón de cosas que quiero decirle, así que vuelvo a atacar su boca, esperando lograr con esa caricia lo que es imposible contarle de cualquier otra forma. Ellie me devuelve el beso con voracidad, tan hambrienta como yo, y es que, en el fondo solo estoy siguiendo mi instinto de hombre asi como lo hace un león cuando caza su presa. Mordisqueo sus labios y su lengua se hunde en mi boca con más desesperación. Nos besamos con ansias, los prejuicios ya no importan, asi como tampoco la idea de que Ellie no me ama como yo a ella, es el turno de aprovechar. Todo eso queda a un lado junto a una parte de nosotros mismos que nos dejamos en este momento tan intimo, único, en esta habitación; las emociones en nuestros labios y en nuestra piel, y el tiempo deteniéndose para nosotros por primera vez.

—Ellie —murmuro contra su boca.

La hago retroceder hasta que nos topamos contra la mesita de noche, nos habíamos vuelto a levantar para terminar de quitarnos las pocas prendas que nos quedaban puestas. De repente la alzo para depositarla en el centro de la cama. Cuando llevé mis manos a mi camiseta aun puesta para quitármela ella me detuvo.

—¿Puedo? —preguntó con una vocecita de niña buena.

—Adelante, soy todo tuyo, gatita.

Me desnudó con delicadeza, demasiado despacio para mi gusto, mientras yo beso cada centímetro de la piel de su hombro al descubierto. Trazo largos senderos de besos por sus pechos, sus brazos y su cuello, emborrachándome más de lo que ya estoy de su sabor, arrancandle suspiros de placer. Le dedido más caricias de las que alguna vez haya regalado a nadie, ni siquiera a Adele, y Ellie no deja de estremecerse. Al regresar a su boca y besarla, percibo la sonrisa que esconden sus labios y esa es la mejor reacción que pueda provocarle.

Con nuestras defensas caen también muchas barreras, muros alzados por ambos, tal vez debido al dolor, la perdida y puede que también al miedo. Sus piernas rodean mis caderas encima de la cama, exigiéndome que me acerque más todavía, que deje huella en su piel sedosa. Nos hacemos el amor con la misma lentitud con la que descubres un regalo que tanto deseabas por Navidad. Ellie se deshace en gemidos, perdiéndose en mi aliento. Me hundo en ella llevándome conmigo los últimos restos de su cordura y de paso de la mía, aunque nunca me he sentido tan lúcido en mi vida como en este momento, y mi excitación aumenta con cada embite de mis caderas, con cada toque de sus dedos y sus labios sobre mis hombros.

—Ian, deberíamos detenernos, esto complicará las cosas entre nosotros.

—No complicará nada, Ellie. —Le respondí mientras todavía seguía dentro de ella —. Somos dos adultos haciendo el amor, ambos lo deseamos.

—Pero soy tu novia de pega.

—Eso ya no importa.

—Pero también somos vecinos —me recordó —. ¿Qué pasará cuando volvamos a casa y tengamos que coincidir en cada rincón de nuestro edificio? Será raro.

Paré durante unos segundos, tiempo suficiente para pensarme las cosas, pero sacudí mi cabeza mientras volví a acariciarla y a besar sus pechos.

—Nada tiene que cambiar —dije.

—Entonces, todo está claro…

—Para ya de hablar, Ellie, no es el momento —me quejé internando mis dedos en su humedad. Ella gimió alto y profundo.

—Oh, oh, Ian —cerró sus ojos.

—Eso, disfruta, gatita.

Gritó mi nombre varias veces entre jadeos, estoy seguro que mi hermana Julianna, que dormia justo en la habitación de al lado, debe estar pensando cosas guarras. Yo cerré mis ojos y luego me moví más rápido, casi de manera salvaje, haciéndola gritar de puro placer y provocando que el cabacero de la cama golpease contra la pared al ritmo de mis embestidas.

—Joder, Ellie… —Me mordió en el cuello justo mientras me corría, gruñendo y respirando agitado. Ella no se movió, lo único que hizo fue abrazarme y permanecer así un largo rato, hasta que retiró sus brazos de mi cuello.

—Tengo… tengo que ir al baño… —dijo ella tratando de huir.

Me aparté para dejarla salir. Se puso en pie, cogió su ropa interior del suelo y se metió en el baño como tratando de esconder algo o escondiéndose de mí. Cuando Ellie salió del baño, ya yo estaba acostado con el pijama puesto y una cerveza en mi mano, noté como mi vecina se sonrojaba, y el silencio repentino no ayudaba en nada en este momento. Carraspeó…

—Esto… Ian, creo que debemos de hablar acerca de lo que acaba de pasar.

Le di un largo trago a la cerveza y me acomodé sentándome en la cama.

—¿De verdad quieres esta charla ahora?

—Creo que es lo mejor, Ian, tarde o temprano todo esto puede estallar en nuestras narices. Lo que acabamos de hacer no ha estado bien.

—¿Tan mal fue? Pensé que te estaba gustando —bromeé.

—Si, no… si en ese sentido, pero no me refiero a eso. Quiero que sepas que yo no soy el tipo de chica que se acuesta con alguien sin estár enamorada, no me gustan los líos de una noche.

—Me alegro —me burlé.

—Solo quería que lo supieras.

—¿Entonces, quieres decir que estás enamorada de mi y por eso te acostaste conmigo? ¿No? —pregunté con mucha esperanza de que respondiera que si.

—Eh… no es eso, Ian…

—Ah, vale, no hay ningún problema con eso —contesté irritado mientras me volvía a acostar.

—Mañana todo volverá a ser como antes, ¿verdad?

—Sí, Ellie —contesté más irritado todavía. Me molestaba todo lo que acababa de decir.

Nos dormimos los dos abrazados, sosteniendo el cuerpo de Ellie entre mis brazos mientras ella se acurrucaba contra mi pecho, no entendía sus palabras, primero me decía que lo que acaba de pasar no había significado nada, y ahora dormía abrazada a mi. Las luces nocturnas del faro a lo lejos se cuelan por la ventana y me permiten observarla durante un largo rato. Es preciosa de esa forma en la que solo lo son las cosas pasajeras, las inalcanzables. Preciosa y fugaz a pesar de amarla tanto que por ella soy capaz de convertirme en estrella, asi seríamos el combo perfecto, ella tan fugaz y yo tan estrella. La verdad ya no sé ni que pensar de nuestra relación, todo en ella es pasajero, los besos, las caricias, los buenos momentos, ambos somos estrellas fugaces, las cuales vez por un momento y luego desaparecen dejando un mar de sentimientos dispersos en este universo.

13 Reglas para enamorar a tu Crush (Un Crush y varias reglas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora