sábado ; inmensamente feliz

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El reloj marcaba las nueve con treinta minutos de la mañana y Minho ya se encontraba complaciendo a sus hijos, jugando con ellos, riendo e inclusive imitando sus acciones.

Soltó un suspiro echándose al suelo causando llamar la atención de ambos niños los cuales gatearon hasta llegar a él. Mientras Anne se acercaba curiosa a su cabello, Dongyul se tomaba la molestia de darle ligeros golpecitos en el pecho entre risas.

—Duele— mencionó con una sonrisa en sus labios.

Pero Dongyul seguía en lo suyo y Anne ya se aproximaba a tomar sus cabellos para curiosear.

Jisung se había marchado hace una hora pues tenía una sesión, por lo cual estaría cuidando a sus hijos sin él.

—¿No les apetece dormir?— preguntó entre risas al notar que los niños tenían muchas energías. recibió golpecitos por parte de Dongyul y jaloneos de Anne— ouch.

Otro suspiro volvió a salir de él cuando notó como se recostaba en su pecho aquel pequeño de cachetes redondos, ojos pequeños y cabello obscuro abundante. Se tomó la molestia de apapacharlo escuchando sus balbuceos, así como risas de vez en cuando.

Definitivamente era un excelente día, no se podía imaginar un mejor día sin estar junto a sus dos hijos. Los adoraba con una intensidad que hasta a él mismo le sorprendía.

Como una persona que en su pasado jamás imaginó tener pareja u hijos, le parecía increíble el cambio impresionante en su vida. ¿Lo mejor de todo? es que había cambiado para bien.

Claro, no era fácil, pero no se podía quejar y más cuando tenía a mellizos adorables que alegraban sus días junto a el amor de su vida. le gustaba estar así.

—Ven aquí— intentó acercar a la pequeña Anne, quien seguía jugando con sus cabellos, pero ésta en seguida comenzó a defenderse.

Arrugó la nariz al escuchar las risitas de su hija.

—Adorable...— se dijo así mismo por la situación.

Amaba estar de esta manera.

—¿Les apetece hacer algo antes de ir a casa de abuela Jihyo?— arqueó una ceja reincorporándose.

Aunque solo percibió risitas y balbuceos, supo que aún tenía mucho que hacer con ellos.

Jugar con ellos, dejarles explorar su entorno, gozar de sus apreciables sonrisas y cabe mencionar la gran energía que expulsaban en sus acciones, logrando contagiar a Minho hasta sentirse completamente nuevo con ganas de vivir muchísimos años más para poder presenciar el crecimiento de cada uno de ellos.

Fue así como Minho pasó una excelente mañana antes de prepararse para la pequeña idea que había surgido cuando vio a Jisung marcharse por la mañana.

Su reloj marcaba las dos y media en punto. Justo a tiempo.

Sonrió mientras se recargaba sobre su asiento para luego soltar un ligero suspiro por el alivio. estaba por creer que no lo lograría.

Según los horarios de Jisung eran puntuales por lo que entraba y salía de grabaciones o sesiones a la hora estipulada en su horario.

Sentía un poco de nervios, no entendía porqué. No es como si fuera su primera sorpresa para Jisung o como si estuviera saliendo por primera vez con él. Aún así los nervios le acompañaban logrando teñir sus mejillas de un color carmesí.

Le daba un poco de pena mostrarse así, en especial porque el color de cabello no le favorecía. Azabache. desde los veintitrés se había olvidado de teñir su cabello de diferentes tonalidades, desde aquel entonces su color era natural y al tener una piel pálida, sus mejillas sonrojadas se notaban aún más. Resaltaban tanto que podía asegurar que podrían distinguirlo a metros lejos de él.

𝑨𝒅𝒐𝒓𝒆 𝑼 [𝑴𝒊𝒏𝒔𝒖𝒏𝒈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora