Historias olvidadas

Capítulo cuarto

Con las manos ocultas detrás de su espalda Liebe esperaba pacientemente a que los invitados acabaran de comer el segundo plato, una ligera sopa de cocido, para poder servirles el siguiente. Los pequeños cortes ocultos bajo los guantes blancos que llevaba le escocían ante el contacto con la tela. No le había dado tiempo de tratar las heridas, puesto que había estado hasta el último momento poniendo todo a punto para la fiesta.

Tras despertar a La señora de la siesta había ayudado a los jardineros a acabar de recoger las rosas de los rosales. Después se había dedicado a rellenar todos los floreros repartidos por la sala con ellas, combinándola con otras olorosas flores. Finalmente mientras algunos sirvientes alumbraban todos los pasillos y salas había ayudado a poner la mesa y sus correspondientes centros.

Ahora, situada junto a una de las puertas y enfrente de una de las enormes cristaleras que ocupaban toda una de las paredes, mostrando unas magníficas vistas de los jardines, se encontraba totalmente satisfecha.

El ruido de los cubiertos y las charlas animadas inundaba la estancia, y Liebe paseaba tranquilamente la mirada entre los allá reunidos. Sorprendente habían asistido todos los que aparecían en la lista de invitados a pesar de lo tarde que habían mandado las invitaciones. Liebe sospechaba que en realidad la cena ya había sido concertada con antelación.

La muchacha se fijó en La señora. Esta reía agradablemente de algo que había comentado el Duque Noiciart. Parecía que la cena marchaba bien, y eso significaba que Madame estaría de buen humor al día siguiente.

Cuando pasaron los veinte minutos y los invitados acabaron el plato, los sirvientes recogieron los platos y sirvieron el siguiente: un especiado cordero rodeado de patatas. A Liebe se le hacía la boca agua ante el olor, e intentando ocultar el rugido de sus tripas sirvió una ración a cada comensal que le correspondía.

Después volvió a su puesto para volver a esperar los veinte minutos que Madame había calculado que necesitarían los invitados para acabar con el plato. Era un aburrido y repetitivo proceso, algo que tendría que seguir haciendo durante el resto de su vida.

Cuando los invitados volvieron a acabar el plato, Liebe se encaminó a la cocina para traer el siguiente. Allá John le esperaba con una gran sonrisa en los labios, y le ayudó a preparar el siguiente. No sabía por qué pero le encontraba distinto. El proceso siguió pesadamente hasta que los invitados acabaron todos los platos.

Cuando los invitados acabaron la cena Liebe se dirigió hacia la cocina para tomar la suya. Seguramente no tendría ni comparación con la de los comensales de la cena, pero con el apetito que tenía se conformaba con cualquier cosa.

Tenía media hora mientras comenzaba la música y los invitados esperaban a que les sirvieran las copas para tomársela. Ella iba con retraso, y era la última de las sirvientas que se dirigían hacia la cocina. Había pensado en cenar lo más rápido posible para luego poder tratar las heridas, así que avanzaba a paso ligero.

Cuando llegó a la esquina que conectaba con el pasillo de la cocina alguien le cogió de la muñeca y la arrastró hasta detrás de una columna de un pasillo poco iluminado. Allá, entre las sombras, la persona le agarró de la cintura y le besó con intensidad.

En cuanto Läch hubo apoyado su mano en su cintura supo que era él. Solo sus cuerpos encajaban de una manera irrealmente perfecta, como si hubieran sido creados para encajar como piezas en un reloj.

-          Te amo. – le dijo el chico separándose para después precipitadamente volver a besarle.

Liebe notó algo distinto en el tono de su voz y el chico desprendía un extraño olor a frutas, pero se dejó llevar por el momento y le rodeó con los brazos el cuello, aproximándose más a él. Era toda una novedad el poder compartir un momento íntimo los dos solos dos veces en un mismo día y quería aprovechar lo máximo posible. El chico apoyó las manos en sus cinturas, apremiándole a acercarse más, y arrinconándola contra la pared fue bajando poco a poco una de las manos.