Primer cuento: La casa de muñecas

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En el siglo XVIII la ciudad se encontraba en uno de sus momentos más prósperos: la populación ascendía de forma vertiginosa, el paro era casi inexistente y la ciudad era un frenesí de actividad de todo tipo. Como era habitual en aquella época la sociedad se dividía en distintos estatus y en aquel momento tres grandiosas familias se encontraban en lo más alto de la pirámide.

Entre ellas se encontraba la familia Geschichte. Celebrando grandes fiestas cada tres días, yendo a los eventos más prestigiosos que se celebraban en el país y manejando más dinero que ninguna otra persona de la ciudad se podría decir que vivían incluso mejor que el rey. Pero a pesar de su gran estatus social aquella fue la peor época que surcó la familia.

En ese momento la señora, o como le gustaba que le llamaran, madame Herzlos era la propietaria de la casa. Nada sucedía en la ciudad sin que ella se enterara. Era conocida por su mal genio y su ambición porque todo estuviera perfecto. Esta tenía cuatro hijos, tres varones y una dama. Pero a pesar de ello ninguno le tenía especial afecto, y tampoco es que se lo mereciera. Cuando todos habían conseguido la forma de marcharse de allí no se lo habían pensado dos veces y habían cogido las maletas.

En aquella mansión que pertenecía a la familia habitaban 80 personas:  todos menos la duquesa eran plebeyos. Estos vivían explotados, trabajando todos los días de la semana casi todos los días del año. Más que plebeyos parecían esclavos, y en realidad lo eran.

Cuando salía el sol todos se levantaban y se ponían a hacer las tareas, y dependiendo de la época del año se metían a la cama horas después de que se metiera el sol. Cuando esto sucedía la duquesa iba de habitación en habitación cerrándolas con llave para que nadie se escapara de allí a la noche. Eran títeres que solo salían al escenario cuando a la dueña le apetecía. Eran como muñecos controlados por una niña mimada en una casa de muñecas.

Una de aquellas plebeyas era Liebe, y esta es su historia.

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