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Eran las 04:18 de la madrugada cuando ambos chicos decidieron irse del escandaloso lugar.

El turno de Jimin terminaba a las 3:00 am cuando llegaba su reemplazo sin embargo, aquella no era una noche cualquiera, no estaba solo y eso por alguna quizá no muy extraña razón le mantenía con aquella sonrisa juguetona durante toda la noche.

Abrió la puerta del copiloto para el chico que le seguía los pasos detrás suyo, con un exagerado gesto de reverencia y un "pase usted" Jeongguk entró al auto.

— Insisto en que estás raro hoy - su ceño estaba fruncido mas estaba manipulando con todas sus fuerzas sus labios para no sonreír también.

— Estás hermoso hoy.

— ¿Estás borracho, cierto?

— No tomo en mi horario de trabajo.

— Si tomaste.

— Sólo dos copas para acompañarte, no estoy ebrio.

— Demúestralo.

— ¿Cómo?

— Pues no sé... - se quedó en silencio mientras desvío su mirada hasta que vio a su alrededor todo moverse, y él borracho no estaba.. O eso pensaba.
— ¿A dónde vamos?

Jimin no le respondió. La madrugada comenzaba a tornarse fría y él no dijo algo más, sólo miraba el camino, a esas horas todo se percibía mejor, cuando todos dormían y unos pocos rebeldes transitaban aún por allí.

— Estás loco.. - ¿qué hacía Jimin desviándose del camino? ¿No se suponía que irían a casa?

— ¿Por querer llevarte a la playa a las cinco de la madrugada para reunirnos con el amanecer? Si, lo estoy. - sonrió con la coquetería que siempre le caracterizaba y se acomodó mejor en su asiento, le encantaba el leve rubor en las mejillas contrarias que lograba verse cada vez que la luz de las lámparas en las calles le iluminaba.

El peli rojo volvió a quedarse en silencio, entrelazando sus brazos a su pecho y esto no pasó desapercibido para Jimin quien rápidamente buscó su abrigo de tela gruesa en el asiento de atrás y se lo cedió.

— ¿Tienes hambre? - eran las 5:15 de la madrugada en su reloj, no es que hubieran muchos sitios abiertos pero él conocía una que otra cafetería que daban sus servicios las 24 horas del día.

Jeongguk asintió y no pasaron más de cinco minutos antes de que el dueño de sus rabietas se detuviera. Bajó solo del auto y volvió a los pocos minutos con dos vasos de plástico y una caja mediana con donas dentro.

De chocolate, sus favoritas.

— Gracias, enano..

— De nada, fresita.

— ¿Qué? - preguntó con sus mejillas abultadas y su ceño fruncido levemente.

El corazón de Jimin se saltó un latido. Es que, se veía tan bonito.

— Pareces una fresa con tu pelo rojo, y esas mejillas gorditas no te ayudan mucho a no parecerlo.

— Esta fresa puede partirte el hocico fácilmente, ¿lo sabías?

— Lo sé, aunque si pudiera elegir diría que me partieras otra cosa - Jeongguk tosió.
— Ya llegamos...

Parqueó su auto y salió rápido de él, respirando el aire libre y estirándose un poco. Aún estaba oscuro y no había nadie en la zona. Perfecto para su gusto.

No se había detenido en la entrada principal, por allí quizá si habían más personas pues habían hoteles y era zona turística, estaba seguro que ya habían trabajadores comenzando su faena así que decidió detenerse antes, donde la orilla de la carretera se separaba de la arena sólo por un paso y no habían construcciones cerca, agua, viento y arena, nada más.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2021 ⏰

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