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—Dicen que viene de un correccional, ¿lo sabías?

Hana-san parecía muy interesada en el asunto del chico nuevo, pero no había cosa que me fuera más indiferente. Por cortesía, le seguí la conversación. Si bien no tenía ni un ápice de interés por ese desconocido del que todos en clase hablaban, no quería que pensase que era menos simpática por ello, así que dejé mis apuntes de física a un lado.

—No. No lo había escuchado —le respondí, echando un vistazo al reloj de clase.

—¿Por qué habrán traído a un delincuente a nuestra clase? —hizo un puchero poco lindo—. Pensé que la preparatoria no aceptaría a alguien así. ¿Y si lo sientan cerca de nosotras, Yoshida-san? —inquirió, alarmada ante esa posibilidad.

Aquella conversación no podía importarme menos. ¿Y qué con eso? Fuera quien fuera ese chico, no tenía la más mínima intención de relacionarme con él.

Mis habilidades sociales eran nulas, inexistentes. Si personas como Hana-san se acercaban a mí era únicamente por ser la alumna con mejor media de la escuela. Por triste que pudiera sonar, estudiar era lo poco que sabía hacer bien a mis casi diecisiete años de vida.

No tenía idea alguna de cómo socializar con la gente de mi edad, así que, después de fracasar en innumerables ocasiones mientras me encontraba en la escuela media, opté por actuar como todo el mundo que me rodeaba. Si la simpatía no era para mí, entonces me enfocaría en la falsedad y la mentira.

Aquella era la forma que había descubierto para sonreír siempre a pesar de no sentir nada por dentro.

¿Un chico nuevo? Como si eso fuera a cambiar algo.

La entrada del tutor espantó a Hana-san, que se apresuró a sentarse en su lugar.

Todos mis compañeros se acomodaron en sus asientos y guardaron silencio.

Yo estaba en la segunda fila, justo enfrente de la mesa del profesor, pero ni siquiera miré hacia él. Me preocupaba más sacar la libreta en la que había tomado mis apuntes esas últimas semanas.

—Buenos días —saludó—. Como veis y supongo que habréis escuchado ya, hoy se incorpora un alumno a clase. Esta será su aula, así que os pido que lo tratéis bien de ahora en adelante —hizo una pequeña pausa justo cuando yo me disponía a abrir mi cuaderno—. Preséntate, por favor.

Durante unos segundos, el silencio se hizo en el lugar. Nadie dijo nada, esperando a que el nuevo se pronunciara.

—Buenos días —su voz era fuerte y grave—. Me llamo Baji Keisuke. Por favor, cuidad de mí a partir de hoy.

Supuse que realizó la reverencia correspondiente, pues varios de mis compañeros lo saludaron amigablemente. Puede que no todos hubieran sido advertidos del terrorífico pasado que cargaba aquel chico a sus espaldas, si es que era cierto, claro.

—Muy bien —el maestro suspiró—. ¿Yoshida-san?

Escuchar mi apellido fue suficiente para despegar mi vista de las hojas llenas de números.

Cuando levanté la cabeza y descubrí que me miraba directamente, me puse en pie.

—¿Sí?

—El semestre empezó hace un mes y medio y Baji-san necesita ponerse al día. No te importaría ser su tutora particular hasta que recupere todo lo perdido, ¿verdad?

Entonces, lo miré a él.

Aquella fue la primera vez que me crucé con sus ojos negros. La primera de muchas.

Sus gafas oscuras hacían juego con el color de su largo cabello negro, atado con una gomita. Aunque su aspecto podía invitar a pensar que esos rumores eran acertados, no percibía hostilidad viniendo de aquel chico, sino incomodidad. Él pestañeó, observándome con precaución. No debía hacerle gracia que una desconocida tuviera que ser su profesora particular y, desde luego, yo compartía esa opinión.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2021 ⏰

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alter ego » baji keisuke |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora