4. Traición

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A veces, al preocuparse por un compañero,
se queda en desventaja.

-Eter Ss

Traición

Esta tarde el sol es tan brillante y le hace sentir un poco de cansancio, se limpia con el dorso de la mano el sudor que se ha instalado en su frente y suspira cuando llega al inicio de la última aldea antes de la frontera. Kakashi se equivocó, fue un día y medio de camino. Echa un vistazo general. Al parecer, es un pueblo tranquilo, ve los niños correr y jugar mientras ríen con algarabía. Quizás para algunas personas en el mundo, su infancia es tan distinta a las de aquellos que nacen en una aldea ninja; sin duros entrenamientos desde niños, sin juegos frustrados, sin inocencias manchadas, sin trabajos peligrosos desde los doce años, sin hospitales a cada momento, sin funerales en donde es extraño llorar... piensa en ese otro lado de la realidad y la percibe algo inverosímil.

Tal vez incluso para ella la niñez fue un poco mejor que para los que le rodean, Sakura tuvo a sus padres; Naruto, fue un niño huérfano; Sasuke, un niño traumado que vivió la masacre de su familia; Kakashi, un niño con un padre suicidado; Hinata, despreciada por su padre y destituida como posible líder del clan; Lee, venido en poco por no poder controlar su chakra ni hacer ninjutsu... y así muchos más que vivieron en su infancia cosas que para las personas que viven en estas aldeas son inconcebibles para que un niño pueda resistirlas.

- ¡Muévete mocoso!

Sakura voltea al escuchar aquella voz. Ve a un niño de al menos trece años cargando un pesado saco, las piernas le tiemblan y parece que no puede con él. Ella frunce el ceño «Después de todo -piensa-, para nadie la vida es color de rosa» Sakura sigue caminando y un trecho más adelante, entre la confusión de las calles, vuelve a ver al niño, este descarga el pesado costal en un depósito, luego se recuesta en la pared, jadeando del cansancio.

- ¿Estás bien? -le pregunta.

El niño se sobresalta y la ve. -S-si.

Sakura echa una veloz mirada a sus brazos: llenos de magulladuras.

- ¿Sabes dónde queda el hospital?

-Sí, señorita -se despega de la pared y señala una calle-. Siga por aquella calle y luego doble para la izquierda y cuando usted vea una pequeña plaza, siga de frente que un poco más y encuentra el hospital.

-Gracias -dice ella. El niño asiente y comienza a caminar-. ¡Espera!

Él se detiene y Sakura lo toma del brazo ante una mirada extrañada y recelosa del niño. Un tenue halo de luz verde aparece en sus manos e impacta contra los brazos del niño, trayendo primero un ardor que pronto culmina en una sensación de satisfacción y cura todos los rasguños y heridas que tenían sus brazos. El niño suspira impresionado, ella le sonríe y lo suelta, él se ruboriza.

-Cuídate niño -le dice Sakura.

Y comienza a caminar en la dirección indicada. Cuando está un poco lejos, el niño grita:

- ¡Muchas gracias señorita bonita!

Sakura voltea y le sonríe con dulzura.

Al llegar al hospital pregunta por el doctor Miakis y una enfermera la dirige a la puerta de un consultorio que posee un pequeño letrero que dice "Doctor Minus Miakis". Sakura toca la puerta y un hombre alto y de cabellos negros canosos la abre con prontitud y la mira a ella sin expresiones particulares, sin embargo, parece enfadado por alguna razón desconocida; de detrás de él, del consultorio, sale un joven pelirrojo y de mirada hostil que choca contra ella y se va con rapidez sin pedirle disculpas. Sakura lo mira con desprecio y luego vuelve el rostro para hablar con el doctor.

Parte de tiWhere stories live. Discover now