Lucas

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" Ex "

Advertencia: ninguna.
Palabras: 1k

— Ya no quiero seguir juntos. — el susurro pequeño a penas y se distingue en la habitación, Lucas de remueve un poco después de soltar esas palabras. Mis manos, las que jugaban con su cabello castaño, dejaron de acariciar sus mechones para obligarle a qué levantara su rostro de mi estómago y me mirara a la cara.

Yukhei deja de acurrucarse conmigo en el sofá, su cuerpo se levanta y se mueve hasta quedar sentado en el sillón individual delante de mí. Suelta un suspiro nervioso mientras juega con su cabello.

— ¿Qué? — pregunto sin aliento, incapaz de creer que esas palabras salieron d ela boca del chico que amo y jura amarme.

— Yo... Ya no me siento cómodo con nosotros. - empieza a relatar, con du mirada en el suelo y con un leve temblor en las manos. — Ya no siento mariposas en el estómago cuando te veo o paso tiempo contigo; todo es tan monótono ahora. Es ir al trabajo, llegar aquí y acostarme en este sofá contigo. - mis ojos se empiezan a humedecer, mas no dejo que alguna lágrima caiga. — Lo estuve pensando y... Creo que todavía no estoy listo para una relación establecida. Aún soy joven y quiero salir a fiestas, disfrutar de beber con mis amigos sin tener la preocupación de las consecuencias que tendria al enredarme con alguna chica en la fiesta.

El silencio del lugar es opacado solo por la televisión, observo la pantalla un momento antes de levantarme del sofá y caminar hasta donde está. Lucas me observa desde abajo, puesto que al estar sentado yo le ganó altura.

Mis manos llegan a cada lado de su cara, sus grandes ojos me miran sin ningún sentimiento, dos ojos vacíos sin el brillo que tenía cuando me pidió salir en una primera cita. Intento no llorar cuando mi rostro se acerca al de él, buscando el mínimo contacto en un beso. Lucas voltea su rostro, esquivando lo que pudo ser la última unión de nuestros labios.

—  No ... —  mi nombre sale de sus labios, pero la sensación que deja en mi pecho por el tono que utiliza es amargo, ya no hay pequeños espasmos de felicidad. —  También conocí a alguien, ninguno de los dos está buscando algo serio, creo funcionar mejor en algo así.

El enojo se poso en mis sentidos. Podía comprender que el aún no estaba acostumbrado a establecerse en una relación. Pero nombrar a lo que posiblemente es alguna infidelidad me hace temblar del coraje. Me muevo de enfrente de él, caminando hasta el el mueble delante de la televisión, dónde mi bolso descansa.

— ¿Sabes, Lucas? Deja de ser un maldito egoísta, si no pensabas en tener algo serio desde un principio no me hubieras invitado a salir, no me hubieras dicho que me amabas y tampoco me hubieras invitado a vivir contigo. Vete a la mierda y espero que nunca sientas como te rompen el corazón como yo lo estoy sintiendo ahora mismo. —  Yukhei me mira desde el sofá, sentado todavía en la misma posición y con su entrecejo arrugado.

— ¿Qué estás haciendo? — pregunta al mirarme al quitar de mi cuerpo la sudadera de gran tamaño de su pertenencia, tirandola con enojo en su dirección.

— Me voy. No vale la pena seguir aquí.

— Es la una de la mañana, ¿siquiera sabes dónde quedarte?

—  Cualquier lugar lejos de ti es bueno. En éstos días pasaré por mis cosas.

Mi nombre sale de sus labios, la súplica en su tono me hace detenerme frente a la puerta. Las cosas con Lucas han acabado, y yo solo quiero llorar en los brazos de mis amigas.

— Es tarde, mañana te puedo llevar a dónde quieras. Quédate esta noche, por favor.

— Se acabó Lucas, esto ya lo has terminado.

Con esas últimas palabras, deje el departamente que había estado compartiendo con Lucas los últimos dos meses, no sin antes dejar las llaves en la mesa de la entrada. Ya no las ocuparía.



(🥀)




Escucho como el timbre suena, el sonido rítmico me harta cuando es la cuarta vez que se escucha sonar.

Me levanto de la cama, adolorido por la mala posición en la que dormí toda la noche, y todas las noches desde que ella se fue.

Habían pasado cerca de dos meses sin su presencia, sin el olor a frutos rojos en el baño cuando terminaba de bañarse, sin sus regaños por dejar la tapadera del baño arriba y sin su calor cuando dormía a mi lado; acurrucada entre mis brazos con su cara en mi pecho y sus cortos brazos rodeando el mi estómago.

La quinta vez que se escucha el tiembre es cuendo llegó a la puerta, abriéndola y encontrándome con Dejun y Yangyang. Los dos me miran de forma indiferente, detrás de ellos está Claire.

— Venimos por sus cosas. — es lo único que sale de los labios de Yangyang, puesto que Claire solo me mira con desagrado y Dejun no parece tener ganas de hablar.

Asiento en respuesta, dejando que pasen al departamento y guiando en dirección de la habitación de invitados. Ahí puse sus cosas después de una semana que se fue.

— ¿Cómo está ella? — pregunto mirando como Dejun y Claire salen con objetos y maletas en sus manos, Yangyang se encoje de hombros.

— Ella dice que está bien, pero todos sabemos que no es así.

El silencio regresa de nuevo, y poco tiempo después los tres estás dejando mi hogar. Dejun se detiene en el umbral de la puerta, volteando su cuerpo pocos segundos después para mirarme.

— Tu acabaste con esto, Lucas. Deja de llamarle, no es como tus polvos de una noche que solo ocupan una llamada para caer en tu cama.

Asiento, bajando la mirada y esperando a que el chico saliera por completo de mi casa. Al escuchar la puerta cerrarse un pequeño nudo en mi vientre se forma, la sensación de soledad se planta en el lugar.

Yo fui quien terminó todo, y ahora estoy aquí, con mi celular en mano mientras marco su número a las tres de la mañana completamente intoxicado.

Un tono, dos tonos, no es hasta el quinto tono cuando la escucho adormilada del otro lado de la línea, suelta un bostezo antes de hablar.

— ¿Bueno? — pregunta en voz baja. Sonrío al imaginarla con sus ojos hinchados y el cabello revuelto, así como despertaba a mi lado. — ¿Hola? — no se si son los efecto del alcohol, o si realmente tome valentía para decir lo que he estado pensando desde que se fue.

— Te extraño.

La línea se corta, ha colgado.










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