Prefacio

11 1 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fue extraño como todo cambio de repente, la tranquilidad dentro de las tierras de Trhizante desapareció dando paso a las penurias, el dolor de perder a seres queridos y una tiranía regida por un rey que lo único que busca es a aquellos seres que r...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fue extraño como todo cambio de repente, la tranquilidad dentro de las tierras de Trhizante desapareció dando paso a las penurias, el dolor de perder a seres queridos y una tiranía regida por un rey que lo único que busca es a aquellos seres que realicen magia para llevarlos sus castillo donde los tortura hasta drenarlos por completo.

Lejos de todo aquello, en las fronteras de Trhizante y Druneri, se escondía entre los árboles, una pequeña cabaña de troncos gruesos y techo de ramas y hojas, donde vivía una joven mujer junto a su pequeña hija.

Era bien sabido que el rey tenía soldados por todos lados en busca de aquellas mujeres con magia, pero ellas estaban fuera de su vista. Annelisse mantenía un escudo lo suficientemente lejos como para poder pasear por el bosque sin rebasar sus límites.

Lo más difícil para la joven madre era tener que salir a buscar a su pequeña hija más allá del límite. La pequeña conocía las razones del porque su madre la tenía entre aquellos muros invisibles, pero no podía resistirse a saber que había más allá de aquella maldad por la que la tenían cautiva.

— Aden, te he dicho miles de veces que no cruces la línea de carbón — Annelisse se acercó hasta la pequeña de cabello negro similar al color profundo del carbón, la tomo de la mano para llevarla dentro, una vez más.

— Estaba siguiendo una mariposa, no me di cuenta — se excusó, se sintió avergonzada y a la vez triste, no era su plan atravesar el límite ese día, pero se había distraído de más.

La joven madre estaba por decir algo cuando un sonido proveniente de los arbustos logró alterarla, llevo a su pequeña detrás de ella antes de que, lo que sea que estuviera por salir, pudiera dañarla.

La risa profunda y gruesa de un hombre se escuchó a la par que quien la hacía se mostró ante ellas, un hombre alto, de cabello rubio, ojos celestes y que vestía la armadura con la bandera del reino de Trhizante, se presentó frente a ella mostrando una cínica sonrisa que hizo estremecer de miedo a la menor.

Annelisse lo analizó de pies a cabeza antes de hacer algún movimiento, necesitaba sacar a su hija de ahí y si era necesario terminaría con la vida de aquel soldado cazarecompensas.

ADEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora