Comision 1: Lillia x Yone - League Of Legends Fan-fiction

Lillia x Yone - League Of Legends Fan-fiction

Caminaba del otro lado de los árboles que rodeaban un arroyo, pisando con cuidado de no hacer mucho ruido, o demasiado ruido, o de no romper el poco silencio que me ocultaba de todo. Era la primera vez que me aventuraba tan lejos... Poquito a poquito había ido dando pequeños trechos más allá de mis propios límites, dándome la fuerza y la valentía necesarias cuando no me daba tanto miedo como para volver sobre mis pies a un camino más seguro... El arroyo atravesaba el bosque por el medio (o al menos lo que a mí me parecía el medio) y corría hasta quién sabe dónde.

—Ojalá por aquí encuentre algún sueño... — ¡Eep! ¡Hablé demasiado fuerte!

Crucé mis piernas y me detuve por un momento, escondida detrás de un tronco, observando por si había alguien en los alrededores que me pudiese haber escuchado. Pero nada, por suerte. Suspirando, sigo mi camino. El cauce serpentea y luego se pierde de mi vista cayendo por lo que parece ser un pequeño declive. Llego hasta ahí y bajo despacito, con cuidado, tratando de no resbalar con los pastos. Abrazo la rama del Árbol Madre y cierro los ojos justo antes de llegar, estirando una pata hasta tocar el suelo firme. Termino de bajar, casi cayendo, pero logro sostenerme con mi rama. La flor en mi cabeza se sacude un poco: hay alguien cerca.

Tras dar vuelta por una curva del arroyo, veo un humano a lo lejos: un hombrecito de ropas sucias tendido sobre una hojarasca. Parece uno de esos viajeros que a veces pasan por el bosque, queriendo cruzarlo, pero por su aspecto noto que lleva unos días perdido...

"Pobre... "pensé, para luego menear la cabeza y tratar de concentrarme en mi tarea "Debes conseguir ese sueño, Lillia, o sino el Árbol Madre morirá... "

Me voy acercando de a poco, tratando de hacer aún menos ruido, temerosa de quizás despertarlo como varias otras veces con varias otras personas, cayendo o resbalando o asustándome sin querer... Unos pasos más y ya estaré lo suficientemente cerca. La flor en mi cabeza comienza a abrirse, y el sueño que siempre me acompaña revolotea y baila sobre mí y hacia el humano. Gira, da vueltas, y con una espiral final, lo alcanza y empieza a hacer lo mismo con suavidad alrededor de su cabeza. El polvo morado y brillante impregna al hombrecito, y poco a poco va haciendo su efecto... Pero entonces siento algo distinto, algo completamente nuevo.

El semblante del viajero se tuerce, se arruga, cambia la forma de su boca y aprieta los ojos. Comienza a moverse un poco a los lados, y se queja dormido. Está soñando, pero no algo agradable... No es la primera vez que me encuentro con un humano que teme lo que ve, pero siento... Siento un peso en el ambiente que lo rodea, en su mente...

"No Lillia, no te puedes acobardar, tienes que hacerlo, por ella. Tienes que ser más fuerte, y m-menos miedosa... "

Con mi rama, empiezo a mandar más del polvo. Trato de luchar por mantener el sueño de este pobre hombrecito y encontrar lo que tanto anhela, para así también sentirlo y darle algo de felicidad. Hacer que vea lo que tanto extraña, o que tanto quiere ver, y poder sentir yo también ese calor, ese amor que los humanos se dan entre sí... El sueño pelea, y se resiste.

"Vamos... ¡Vamos! "

Mi flor baila y se abre, brilla en amarillo, ¡por fin lo logré!

¿O no?

Vuelve a cerrarse, sin siquiera brillar. El sueño brinca y regresa a mí, sin nada nuevo más que... temor. ¿Por qué temor? Nunca antes un sueño ajeno me había hecho sentir tan... m-mal... El ambiente oscurece un poco, aunque no es de noche todavía, y de la cabeza del hombre comienzan a salir hilos negros, como pequeñas y delgadas sombras, poco a poco, mientras mis patas tiemblan... Los hilos se ensanchan, y luego crecen y crecen hasta convertirse en una sombra profunda que interrumpe mi vista, como si manchara el paisaje. Dos llamas azules se encienden en ella, y pronto estira dos delgadas extremidades con raras "agujas" gordas que se curvan por debajo de sus espantosas manos con repulsivos dedos en punta. Se definen dos hombros gigantes con púas, y finalmente la forma de su cabeza, con las llamas como ojos.