Comision 1: Lillia x Yone - League Of Legends Fan-fiction

Comisión 5: El Festival de la Flor Espiritual

Pero, no puedo... no quiero dejar que se vaya tan pronto, y tan fácil, ¡si apenas nos acabamos de conocer! Aunque me tiemblan las piernas, y me tiritan los brazos, y no soy capaz de cerrar la boca ni mucho menos los ojos mientras se marcha a través de los árboles; su pálida espalda se ve tan ancha, como nada que hubiese visto antes, y su negra melena se mueve como las hojas en el suave soplido del viento del bosque. Trato de llamarlo, pero no me sale la voz, solo un apretado nudo en la garganta. Cada vez está más lejos, y yo apenas si puedo mover un poquito una de mis pezuñas... Se va a ir, como tantas otras oportunidades perdidas que tuve de seguir y conocer mejor a los humanos... a otros seres... siempre por ser así de cobarde... Apretó mi bastón, cierro mis ojitos, y mi flor se yergue y enciende.

"No me voy a rendir tan fácil esta vez, si no, ¿qué va a ser de mi a futuro? ¿Cómo voy a poder ayudar al Árbol Madre, si ni siquiera puedo hablar con alguien más y pedir ayuda? ¡Tengo que ser fuerte! ¡Tengo que tener voluntad!... Pero primero de lejitos... de muy lejitos..."

Doy un paso. Luego otro, y otro. Piso una hoja y como estatua me detengo, la boca cerrada, las orejas paradas. Miro hacia donde va Yone. Nada, ni siquiera se volteó. Una parte de mi se decepcionó, pero otra suspiró de alivio. Bien, es hora de seguir. 

Los pájaros nocturnos comenzaron a ulular, las otras criaturitas a correr por aquí y por allá, y mientras tanto, aquel misterioso y valiente espadachín continuaba caminando sin parar, sin descansar. De no ser por mi lento caminar, y su propia tranquilidad, ya no podría más, y de hecho estoy muy contenta de solo tener que haber recorrido el bosque, en donde nadie mas nos moleste ni me asuste. Pero de a poco siento que nos alejamos más y más de ahí, hacia otro lugar, hacia donde se supone tenía que ir... y ya no estoy muy segura de si quiero continuar. Se que tengo que hacerlo, se que debo ser fuerte, y sin embargo los humanos me hacen querer derrumbarme sobre mis cuatro patas, o salir disparada en dirección contraria sin pensar a donde voy ni mirar atrás. Solo cuando están en el mundo de los sueños tengo el valor para estar a sus lados, y tratar de comprenderlos... ¿podrían ellos comprenderme a mi, si me vieran? ¿Qué pensarían? Juego con mis dedos y me pierdo un rato en mis pensamientos; cuando me vuelvo a dar cuenta de donde estoy, veo a Yone alcanzar una salida a cielo abierto, y desaparecer. Mi corazón se detiene. No puede ser, por haberme distraído con mis tonterías lo acabo de perder. Siento que se me va el aire y el espíritu del cuerpo. ¿Qué pasa si no lo vuelvo a ver? ¿Qué pasa si nunca más me lo vuelvo a encontrar? Pero ahí afuera... ahí afuera no estoy segura, no voy a estarlo. No puedo salir y ya, ¿qué va a pasar si alguien me ve?

"—Pero aun así, fuiste muy valiente, Lillia. En vez de huir, volviste para ayudarme a enfrentarlo."

Es cierto. Hace prácticamente nada, ayudé a Yone a enfrentar a ese horrible demonio. Me temblaba hasta el espíritu, y aun así pude hacerlo. ¡Pude hacerlo! Y ahora también puedo. Aunque quiera escapar de todo lo que me asuste, esta vez voy a correr para ir tras él, para no perderlo de vista. Frunciendo el ceño, piso más y más rápido, por encima de las nudosas raíces y bajo el rojo de las hojas. La salida se acerca más y más, y solo puedo gritar, hasta que, por fin, las hojas desaparecen. Un frio viento me golpea el rostro. Veo unas luces alzándose allá a lo lejos, a donde los humanos viven. ¿Acaso tiran estrellas al cielo? ¿De ahí es de donde salen? Parece que muchos sueñan despiertos allá, con sueños muy felices, y muy tristes. 

—¡Ah, es cierto, Yone!

Miró rápidamente a los lados. Nada. Ya no hay nada, ni nadie. Bajo mis orejas con un puchero, y mis brazos caen como lianas. 

—Supongo que lo perdí... para siempre...

— ¿Por qué me seguiste, Lillia?

Se me detiene el corazón. Con las orejas paradas y el aliento perdido, miro hacia arriba. Yone está sentado en una de las últimas ramas que sobresalen del bosque.