Para su buena fortuna, esa mañana se había levantado con mejor estado. Sentía un leve mareo con cada movimiento brusco y una pesadez que lo mantenía letargico.
Al llegar a su salón, como por arte de mágica, o brujería, ni siquiera dió un paso dentro y ya se oyó un grito demasiado conocido.
ㅡ ¡Maldito Deku!Un respingo sacudió su espina y le encrespo el vello de la nuca. Agachó la mirada y le esquivó por el resto del día.
Deseo que hubiera sido fácil pero, la intensidad en su mirada era aún mayor que cualquier ocasión que recordase. Sus manos se aferraban a su pantalón, estaba demasiado asustado y temblando. Temía que en cualquier momento se le lanzase encima y le moliera a golpes.
Quitando el típico hecho del grupito del rubio molestandolo, la jornada fue tranquila, ni una vez le dirigió la palabra lo cual lejos de aliviarlo le ponía de los pelos.Al siguiente día la rutina se repitió, esta vez se sintió un poco mejor y fue a almorzar afuera, al regresar al vacío salón con su bolso entre sus brazos, vio que solo estaba dentro Bakugou y su grupo. Si en algún momento de su vida creyó que la intuición existía, era este. Apenas se escuchó la puerta abrirse y él pasando a través de ella, sus ojos se tornaron en su dirección con una aterradora coordinación. Un silencio, tan denso que le dificultó respirar, se hizo presente. Sus pasos se oían más fuertes de lo que quisiera.
Maldecia el hecho de que pupitre quedara unos cuantos detrás de el de Bakugou, tendría que pasar a través de ellos; ocupaban los bancos aledaños también, sentados en ellos mientras conversaban.
No pudo siquiera pasar el primero que un pie se atravesó haciendolo caer junto a sus cosas. Tuvo que soltar su morral para amortiguar la caída. Las risas no tardaron en llegar junto a uno de ellos que sin el más mínimo cuidado le arrebató su bolso, lo abrió, lo giró y sacudió haciendo que todas las cosas que habían adentro cayesen al suelo.A Katsuki esto no podía hacer menos que importarle pero, algo llamo su atención, con velocidad y antes de que alguno de los extras idiotas que lo seguían se diera cuenta, tomó el cilíndrico frasco naranja con tapa plástica.
ㅡ Me quedaré con esto. . .
Sonrió con tal perversión al mostrarselo con cautela solo a Izuku, y lo guardó en su bolsillo, que pudo notar la sorpresa en sus ojos. Verlo ahí boquear con miedo tratando inútilmente de articular palabra le dió la satisfacción que necesitaba para aminorar la frustración que sentía por su culpa. Él le enseñaria que nadie se mete en su camino, menos en el de ser el héroe número uno.
El peliverde no pudo replicar ya que el aula empezó a abarrotarse con el resto de estudiantes y, con el miedo latente en su interior recogió sus cosas y se fue a su banco.Hubiera deseado que la cosa acabase allí pero, aún tenía la clase de gimnasia. Trató de tranquilizarse y mentalizarse en que si hablaba civilizadamente con el rubio, el le devolvería su medicina. Exacto, eso funcionaria. . . ¿Cierto? Él se las devolvería. . .
Ni todo el tiempo podría prepararlo para esa ocasión. Pensaba "enfrentarlo" al bajar del tren, así nadie más vería que el gran Bakugou Katsuki se apiadaba de un mukosei como él. . . Es lo único que le importaba al rubio, quería creer.
El tiempo se pasó volando para cuando se metió a las duchas. Solo se oía la lluvia precipitarse contra la cerámica y drenarse bajo sus pies. De frente a ella, giró la canilla para que saliera más cantidad de agua caliente, se enjuago el cabello y se giró con los ojos cerrados dándole la espalda a las llaves terminando de quitar el enjuague. Podía sentir la suavidad en sus hebras mientras pasaba sus yemas por el cuero cabelludo. Tan relajante. Dió un profundo suspiro.
Enjuago sus ojos por precaución y cuando los abrió, sintió lo más cercano a su corazón detenerse.
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Be My Hero.
RandomUn trágico relato sobre los efectos de años de abuso y un detonante que acabaría con todo. ¿No era esto lo que siempre querías, Kacchan?