Capítulo 4

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  A tan solo su segundo día de empezar la semana sentía que habían sucedido muchas cosas en esos momentos. Ahora mismo se encontraba bajo la sombra de un árbol, sentado apoyado en el tronco degustando su almuerzo mientras la brisa primaveral removia sus rizos. Estaba, por ahora, tranquilo. El día anterior tuvo golpiza doble por haber faltado el viernes pero hoy, de seguro lo molestarían a la salida. Terminó de comer y se recosto observando el cielo, aún faltaba para regresar del descanso a clases. Se tomó el tiempo de digerir todas las cosas que sucedían. Como las cosas habían sido tan espontáneas e incontrolables para él, la primera sesión de consulta había sido muy distinta a la segunda que tuvo.
Se acomodó mejor y colocó su mano bajo su mentón pensando. Ahora que recuerda

" ㅡEs. . . es la. . . ㅡ Entre suaves hipeos articulaba dificultosamente con el nudo en su gargantaㅡ Es la . . . primera vez que. . . alguien me. . . dice que puedo. . . ser un héroe. . . "

Ciertamente, no fue la primera vez, esa fue cuando ya se sentía abatido y desesperanzado, a punto de abandonar su sueño, cosa que de cierta forma hizo. Rasco su nuca. Quizá le fue más fácil hablar con ella ya que no sentía la presión de que su madre estuviera allí con ellos. Sentía que todo fue muy dramático ahora que estaba con la cabeza fría, se dejó llevar pero, lo necesitaba tanto. Expresarse y que alguien lo oyese, sin juzgarlo.
Se levantó sacudiendose el pantalón. Ahora que tenía una nueva meta se dedicaría enteramente a ello, a mejorar tanto sus habilidades, estudiar y entrenar. Por fin, de a poco, el sol comenzaba a salir para él.

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A los tropezones logró salir en una pieza de su instituto aunque, era demasiado bueno para ser verdad que, en una de las abarrotadas esquinas, las personas lo detenían. En ese breve lapso de tiempo su mejor amigo logró atrapar su mochila, tironeo lo suficiente para zafarse pero lamentablemente una de sus libretas salió despedida al suelo. No sabía cuál de todas había sido, luego corroboraria pero estaba apurado.

Al llegar a la estación de trenes se escabullo dentro de uno, a los lugares más apartados de la puerta, sabía que su rubio amigo tomaba ese, ya que ambos vivían en el mismo vecindario.
A tan solo veinte minutos finalizaba su recorrido, normalmente para ir a casa tardaba treinta minutos, es decir que tenía que bajarse antes para encontrarse con su madre. En conclusión, tendría que traspasar el muro Bakugou quien con esa aura intimidante, agarrado de unas barandillas se posicionaba frente a la puerta, con la vista en alto al igual que el volúmen de sus audifonos. Podría apostar que su ceño se fruncia, aunque no pudiese verlo por estar de espalda, lo conocía lo suficiente como para saberlo. Un suspiro se escapó de sus labios, ya vería como haría ésta vez para salirse con la suya, las anteriores veces tuvo la fortuna de no pasar por éste hecho. Encendió su móvil y procedió a ver noticias de héroes, lo mismo de siempre. Comenzó a bajar más rápido, aburrido por la monotonía de las cosas. O quizá solo era él, quién ya de a poco veía con ojos diferentes a los héroes.
Apagó la pantalla y sólo se dedicó a ver el paisaje. Tal vez, ese sueño innalcanzable era lo que había provocado ésta situación, dirigió su vista a su mejor amigo, observando su ancha espalda, sus alborotados cabellos. . . Su mente quedó en blanco, tantos pensamientos, sentimientos entremezclados, tan incoherentes e ilógicos.
No era la mejor persona, y lo sabía de primera mano, tal vez no tuviese el mejor carácter, pero demonios, él tenía un tremendo potencial para convertirse en héroe. Más allá de la admiración, sentía envidia. Dejó de observarle y bajó los ojos melancólico durante el resto del viaje.

Sostuvo con fuerza su mochila contra su pecho, el corazón palpitaba desbocado y mentalmente se preparaba, poco a poco los metros de distancia entre el tren y su destino descendían y. . . ¡Ahora!
Apenas las puertas fueron abiertas, salió corriendo despavorido entre el gentío, sin dar siquiera tiempo a su compañero de asimilar que quién le había empujado para salir, era él. Sabía que no iría a por él, sobretodo porque tendría que esperar el próximo tren para volver a casa.

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