ᅠᅠThresh no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado desde la desaparición de Yone. Buscó de esquina a esquina en el reino espiritual, preguntó a cada espíritu, amenazó a cada ser en busca de respuestas, y todo radicaba en lo mismo: nada. Yone no estaba en ninguna parte.
Por el bien de su templo, detuvo su búsqueda, más todo el lugar de había vuelto sombrío, opaco, ya no había una linterna que brillase, ni un río alegre recorriendo los alrededores. Todo lo que quedó, fue una triste neblina abrazando el templo, y un par de almas revoloteando por el lugar, dejando al coleccionista solo con sus pensamientos, ahogándose en su dolor.
Él sabía que estaba mal deprimirse así, que no debería darle tanta importancia a un simple espíritu pasajero. Pero Yone no era eso.
Yone se convirtió en algo más.
Su ausencia le pesó en el corazón, extrañando por primera vez, rompiendole el corazón por primera vez. Dolía, ardía, quemaba, le enfurecía, necesitaba desquitarse, iba a salir, iba a matar a alguien.
Sus manos rascaron con furia una pared cercana, y tomó un suspiro para calmarse. No debía enloquecer, estaban cercanos al próximo festival de la flor espiritual y se metería en graves problemas si arruinaba todo por salir de cacería.
Oh, ya estaban próximos al festival, ¿Había pasado un año ya?
El coleccionista se tocó el pecho, y con melancolía recordó el festival anterior. Recordó la mano de Yone contra la suya, calmando aquella voz interior, guiándole por los caminos extraños de Jonia, enseñándole lugares lindos, dándole a probar comida deliciosa. Yone era un maldito ángel, y él era un creyente necesitado.
Por los dioses, Yone era todo lo que él siempre deseó, y mucho más. Solo las paredes de su habitación son testigo de cuánto ha sufrido por su ausencia. Ni siquiera puede llorar, está ahogado, su garganta se aprieta, y sus ojos queman, pero ni una sola lágrima sale. Es demasiado, es doloroso, es...
Es horrible.
¿Y si desaparece?
Existía la posibilidad de que algún Kanmei pudiese matarle, y se desvanecería en el aire como si fuese un montón de polvo. Moriría, y no volvería a sufrir por Yone, no volvería a extrañarlo, no volvería a pensar en él.
Era tentador, pero, ¿Quién sería capaz? Pensarían que es un truco de Thresh para encerrarlos en su linterna. No hay nadie lo suficientemente valiente para acercarse a él.
Excepto Yone.
Todo era él, siempre era él. No había chance para nadie más. No podía pensar en nadie más, enamorarse de nadie más, ¡Ni siquiera el espíritu más hermoso del reino podía llamar su atención!
Frustrado, Thresh se dejó caer en el suelo de su habitación, ajeno a cualquier cosa, convertido en un ovillo, Thresh jadeó. Era la primera vez que su mente se ahogaba tanto en pensamientos autodestructivos. Siempre fue arrogante y confiado, teniendo todo el poder que deseara bajo la palma de su mano. Pero aún así, no tiene a Yone.
Y sin Yone, todo lo demás no importaba.
Mordiendo su labio inferior con los colmillos, se torturó durante unos minutos, soltando jadeos semejantes a sollozos, sin lágrimas, sin lamentos, solo sollozos tímidos, ahogados entre los gruñidos de rabia que el demonio soltaba, hundiéndose cada vez más en su dolor.
Hasta que una voz femenina se oyó fuera de su templo.
ᅠᅠ── ¡Thresh! ¿Estás ahí?
Thresh parpadeó, dejando ir su labio inferior un instante para levantarse, girando su cuerpo hacia la entrada de su templo. Esa voz pertenecía a Ahri, estaba seguro.
Frunció el ceño, y tornando su piel de un color púrpura, Thresh se levantó del suelo, cubriendo su rostro con su máscara antes de salir y recibir a su no-deseada invitada.
ᅠᅠ── ¿Que quieres? ── Murmuró Thresh de mala gana, fulminando a la vulpina con su mirada.
ᅠᅠ── ¿Ni siquiera me invitarás a pasar? Que grosero eres, Thresh. ── Le respondió ella en un tono divertido, solo avivando las llamas de rabia que nacían dentro de Thresh. ── Verás, el festival será pronto, y estás obligado a ir. Harán una ceremonia para nosotros los espíritus, mi presencia como la tuya es muy relevante en ello ya que somos quienes lideran todo aquí... Más yo que tú, pero me entiendes. ──
Aquello no ayudó al humor del coleccionista, quién chasqueó la lengua, queriendo encerrar a aquella irritante mujer dentro de su linterna.
¿En serio estaba obligado a ir al festival? Su día no podía ir a peor.
ᅠᅠ── ¿Y que si me rehúso?
ᅠᅠ── Serás rebajado a alma errante, y te llevaré conmigo. ── Respondió Ahri con una sonrisa inocente, claramente falsa, antes de acercarse al carcelero, deslizando una mano sobre su pecho. ── Serías una simple bolita de fuego púrpura, reluciente, acompañándome a todos lados como un perro. ──
Oh, esa zorra estaba jugando sucio. Y nunca mejor dicho. El papel le quedaba a esa mujer.
Sin cuidado, el carcelero apartó la mano de la vulpina de un manotazo, escuchándola reír antes de darle su respuesta.
ᅠᅠ── Bien, iré. Adiós.
Y sin decir nada más, Thresh se fue, dejando a Ahri sola afuera, quien sonrió con maldad, antes de irse y volver a dejarle con sus pensamientos.
Ni aunque le otorguen todas las almas del mundo, Thresh aceptaría volverse un errante. ¿Abandonar su cuerpo para volverse una esfera y acompañar a Ahri? Prefería la muerte antes de eso.
Dió un vistazo melancólico al interior de su templo, y de la nada, volvió a pensar en Yone, y en todo lo que verá al salir otra vez. Iba a recordar a Yone en cada esquina del reino mortal, y su corazón iba a doler hasta matarle. No quería soportar todo eso.
No iba a poder soportarlo, quería llorar.
Y las lágrimas no salieron.
Hundido entre las cómodas almohadas de su templo, Thresh cerró los ojos, y se rindió al cansancio, soñando con unos ojos celestes, tranquilos, y unas manos pálidas acariciando las suyas.
Y con aquella sonrisa en su mente, su corazón se permitió un descanso por esa noche.
Recordándole lo que alguna vez lo hizo feliz.

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En Mi Pensamiento ┇Thresh & Yone ┇
FanfictionEn el reino espiritual, Thresh tiene todo lo que quiere. Tiene en su poder un montón de almas, tiene el poder de cambiar de aspecto, tiene su querida linterna, y su amado gancho. Todo, excepto a él.