Amistad

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Me encontraba en un momento de pánico. Una gente de la que no sabes más que el nombre, y tu de ellos, que existen.

Al fin llegue, sé levantaron, (todos menos uno, que ya lo estaba) y se presentaron.

—Hola yo soy Laia, encantada.

—Encantado.

—Yo soy Juan, y ella es Mónica.

—Ah, hola.

—Yo soy Luis, y por las noches soy Luisa.

—¿¡Que!?— En ese momento me quede sorprendido.

—Es broma.— Me dijo, y yo me reí. Para disimular.

Eran cuatro personas muy simpáticas. O eso parecían.

Laia, es una chica, de mediana estatura. Tenía un pelo moreno, medianamente largo, aunque iba con coleta, así que no se le podía apreciar mucho. Tiene los ojos marrones, un color madera. Unos labios algo gruesos, y acabados siempre en forma de sonrisa. Tiene unos grandes pechos, y un cuerpo algo atrayente.

Juan, es un chico algo mas bajo que yo. Tiene el pelo corto y moreno. Los ojos oscuros, y unas cejas un tanto gruesas. Tiene las paletas de los dientes algo salidas. Su cuerpo es bastante más fibrado que el mío.

Mónica, es la que más me llamó la atención. Es más bajita que las demás. Castaña de cabello, un precioso y largo cabello. Unos ojos miel, y unos labios finos y pequeños. Una piel blanquecina, y en sus mejillas, el toque rosado de humildad. Un cuerpo sencillo, buen pecho y buen trasero.

Pero, justo cuando la miraba a ella, me fijé en Valeria. Era impresionante, no la había visto de frente y de pie aún. Tenía un cuerpo esbelto, con unos pechos algo pequeños, un culo deseable, y unas piernas hipnotizantes.

Deje por un momento de mirar esa Venus para fijarme en Luis, el chico chica. Es un chico un tanto extraño. Su forma de vestir es algo peculiar. Llevaba zapatos negros con plataforma, un pantalón verde ceñido, una camiseta de la bandera de Estados Unidos, y un pendiente en la oreja izquierda, o la derecha... Eso no lo recuerdo muy bien. Su pelo era rubio, pero rubio rubio. Unos ojos azules y una nariz gruesa. Tiene el cuerpo rechoncho. En ese momento me pareció bastante original.

Me senté con ellos, y empezaron ha hablar otra vez. Me empezaron Luis y Mónica, a preguntar cosas sobre mi. Parecia un interrogatorio. Después de unas preguntas, en plan: ¿De donde eres? ¿Te gusta la música? ¿Que estas estudiando, y para que? ... Unas preguntas bastante esenciales. Más tarde, me sentí más cómodo, todos estábamos hablando en un debate. Desde ese día, amo los debates. Todos, cuando yo hablaba me escuchaban. Hacia tiempo que nadie escuchaba mis argumentos. Me di cuenta que ellos serían perfectos para mi.

Nada más sentirme adaptado, sólo el timbre, debíamos volver a clase. Tocaba castellano y no me atraía la idea, prefería estar con ellos, pero era lo que debía hacer.

Cuando llegue al aula, me fijé que Juan y Mónica, iban conmigo en castellano. En batchillerato, como son diferentes estilos, no sabes bien bien, con quien vas en cada clase. Me dijieron de sentarme con ellos, fue increíble, me senté en la parte de delante, pero estaba con compañeros. Era feliz.

Castellano siempre ha sido una asignatura que se me pasaba muy lentamente, pero ese día fue rapidísimo. La hora se me pasó volando.

Tocaba Matemáticas. En esa asignatura estaba Laia y Valeria. Y me dijieron lo mismo que Juan y Mónica, me senté con ellas. Parece que Laia es la mejor amiga de Valeria, se conocen desde hace años. Son amigas de la infancia. La profesora de matemáticas, es buena, pero cuesta mucho llevar su ritmo. Va demasiado rápido para mi, yo, normalmente, era bueno en mates. Pero con ella no. Pero ese día, estaba como potenciado. Me encontraba más listo, más rápido cerebralmente que nunca. Mis apuntes siempre han sido desastrosos, miraba al lado y veía los resúmenes de ellas. Eran increíbles, los de Valeria bien estructurados y entendibles. Y los de Laia, eran tan bonitos que tenían hasta colores. La profesora confirmó examen, para la semana que viene. El primer examen del curso, oficial, porque ya hicimos algunas pruebas. Pues nada, eso significaba que debía estudiar. "Cuando llegue a casa tendré faena". Es lo que me decía a mi mismo. Parecía que a Valeria y Laia, tampoco les sentó muy bien. Dijieron de quedar pata estudiar, a mi no me dijieron nada. No me supo mal, apenas me acababan de conocer.

Era última hora. Era el turno de tutoría. Mi tutora es la misma que la profesora de gimnasia. Ella, tiene un carácter algo bipolar. A veces te viene de buen humor, pero había veces que te venía de un enfado... Un día, lanzó una mesa al suelo cuando entró al aula. Se enfada con nosotros porque somos una clase muy habladora, por mi seguro que no.

En cuatro semanas, hemos conseguido más fama de charlatanes que nadie. Ese día estaba bastante entusiasmada, parece que en la reunión de maestros se había hablado bien de nosotros. Dos personas ya habían dejado el batchillerato en esas cuatro semanas. Igualmente, no esque seamos muchos en las clases. Unos setenta. Tres clases en total.

Por fin llegaba la hora de volver a casa, aunque pensar que pasaré el fin de semana estudiando, no era muy animador. Me despedí de mis nuevos amigos, y me fui. En esos momentos, decir amigos para mi era un gran estado de felicidad.

De camino a casa vi un accidente, dos coches se habían estrellado. Me fijé, un poco para observar, no vi nada extraño.De repente, veo un charco de sangre. En ese instante, me encontraba más excitado. No se el que, pero me atraía hacia el lugar del accidente. Fue un momento muy extraño. Pensé que sería una tontería. Seguí hacía mi hogar.

Al llegar, estaban las luces apagadas, como no. Mis padres nunca estaban en casa. Y mi hermana mayor, tampoco. Cogí un plato de cocido preparado de lata, lo puse en un plato y lo puse en el microondas. Mientras tanto, encendí el televisor a ver que hacían. Cuando acabé de comer, me fuí a dormir. Tenía sueño, no sabía porque. Al despertar, ya era de noche. Las nueve y media. Fui a la nevera, cogí un poco de leche, la mezcle con café y lo puse a calentar. Me encontraba un poco mejor, estaba raro. Fui al lavabo, para echarme un poco de agua en la cara. Mis ojos estaban rojos. Decidí buscar cosas por Internet, y poner el televisor. En la televisión, pusieron un documental muy interesante. Sobre misterios del mundo. Decidí desenchufar el ordenador y cerrarlo.

Cuando me dí cuenta de la hora que era, ya habían pasado tres horas. Si que duraba el documental. Estaba como enfermo, quise dormir, pero no pude. Entre el café y dormir por la tarde, ya no tenía sueño. Iba a ser un fin de semana muy largo.

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