Seguía arrepentido de no haberle dicho a Valeria todo lo que le quise decir, pero no tenía que estar depresivo, todo lo contrario, durante esas semanas tuve todas las oportunidades posibles, pero aún así no las aproveché.
Pasaron dos semanas desde que comencé a tener un grupo de amigos, cada vez nos hablabamos más y también íbamos a más sitios juntos.Aún tenía en mente lo de confesarme a Valeria.
Lunes y venía de otro fin de semana, pero este fue diferente, pues me sentía más acompañado, más completo por dentro, tenía gente con la que pasar el tiempo. El sábado lo pase todo el día fuera de casa, cuando hacía meses que no lo hacía, y menos con amigos.
Estábamos en la clase de matemáticas, por fin nos iban a entregar los exámenes, hacía tiempo que lo hicimos.
-Por fin he acabado de corregir los exámenes este mismo domingo- dijo la profesora mientras su sutil sonrisa de "habéis suspendido", se le escapaba- Lo siento por traerlo tan tarde, pero eran largos y sois muchos, así que por una vez, los números no iban a mi favor- se puso a reír y todos los alumnos también, menos yo que sólo estaba pendiente de si se le podía escapar un mísero nombre y verle la nota, ya que ella portaba los exámenes cogidos en sus manos.
Repartió los exámenes, el mío de los primeros por suerte. Cuando vi ese ocho con siete, no puede evitar aquel suspiro y mi grito de felicidad diciendo toma.
Miré a mi alrededor, las caras no eran de haberles ido bien.
Aquel día, Laia había faltado y en clase de mates sólo íbamos tres del grupo. Puestos a decir, faltaba bastante gente.
No tenía nada que hacer esa misma tarde, decidí decirle de ir a dar una vuelta a todos. Pero, como era de esperar, no todos podían, al no hacer el mismo bachillerato, pues había gente que tenía exámenes. Así que sólo pudimos quedar Mónica, Juan y yo.
Fuimos a la plaza del Ayuntamiento de la ciudad, es una plaza grande y ancha, con calles para viandantes por alrededor, unidas a ella. Tenía una fuente muy bella al centro, es un Sauce que le cae agua por las ramas, y de verdad parece que sea un Sauce llorón, como es un árbol en el cual puedes apreciar sus hojas y ramas inclinadas hacía abajo. Alrededor de la fuente, se puede apreciar mucha vegetación, algunas paraditas de comida y bebida, y también hay varios bancos para poder descansar o simplemente disfrutar del ambiente.
Nos compramos unas pipas y unos refrescos y nos sentamos en uno de los bancos.
-Entonces has sacado un nueve- preguntó Mónica.
-Casi, un ocho con siete.
-Pues lo mismo es- replicó Juan.
-Estais preparados para mañana- preguntó Mónica.
-Mañana que pasa- pregunté.
-Lo de la piscina- me contestó ella.
Reaccione- No me acordaba de que mañana empezábamos con la natación.
-Y tienes todo comprado ya- preguntó Juan- Porque yo si.
-Pues creo que tengo todo.
-Allí, en la piscina de la ciudad, hay dos piscinas climatizadas, un jacuzzi y tres saunas- me dijo Mónica con sí toque de estar hablando de anécdotas.
Me encantaban estas piscinas, porque al estar en interiores, no me preocupaba de si haría frío o calor, siempre estaba a temperatura ambiente.
Al día siguiente, Martes, me dispuse a hacer la mochila de gimnasia, con su gorro, sus gafas y por supuesto, su bañador, eso que tanto odio, ese. No me gustan esos bañadores porque te marcan todo, y aparte son muy hinchables, se llenan de aire en la piscina y cuando intentas quitarte el aire, salen burbujas y la gente piensa otras cosas. Eso si, me encanta bañarme, y además, podré ver a Valeria en bañador, aunque sea de una pieza, ya podré apreciar sus preciosas piernas y su estilizado cuerpo.
Me dirigí hacía el instituto, fui a por Mónica y nos fuimos juntos.
Por el camino, nos encontramos con Laia, se quedó a dormir en casa de su tía así que pudo acompañarnos, nos dijo que se quedaba en casa de su tío hasta navidades porque su casa está en obras. Aún sigo pensando porque, pero eso no me agradó.
Llegamos al recinto escolar. Se me pasaron las horas volando, sólo por pensar en la piscina.
Por fin llegó la hora de la asignatura de gimnasia. La profesora nos esperaba fuera del instituto junto a un autobús, pues las instalaciones donde están las piscinas, están a bastante distancia de donde nos encontrabamos.
Al llegar al pabellón central de las piscinas, nos hicieron entrar en los vestuarios por sexo.
Nos colocamos los trajes de baño y junto a una toalla y unas chanclas, nos dirigimos a las piscinas. Allí nos esperaban mi profesora de gimnasia y tres monitores de allí, nos dijieron que primero íbamos a hacer unas pruebas para saber quien sabe nadar bien y quien peor, aunque había gente que ni siquiera sabía nadar.
Cuando estaba hablando con Luis, empezaron a salir las chicas. Busqué a Valeria y cuando la vi, se me cayó la boca al suelo. Tragué saliva y disimule. Pero era increíble, ese cuerpo era divino, de modelo, unas piernas balnquitas y largas, un trasero que estiliza su cuerpo esbelto, y unos brazos frágiles y suaves. Intenté no hablar mucho con ella porque empezaría a tartamudear.
Nos dividieron en tres grupos: los que sabían bastante, los que sabían y los que directamente no sabían o lo hacían muy mal. Yo tuve suerte de estar en el primero, nunca hice natación, pero había aprendido por mi cuenta.
En mi grupo estaban casi todos del grupo: Valeria, Mónica, Juan y yo. Excepto Laia y Luis que estaban en el grupo de los que saben y en los que no, respectivamente.
Iba en el grupo de Valeria, y eso era bueno, pero también iba en el grupo de los que sabían más, eso implicaba que teníamos que hacer ejercicios más duros. Acabé muy cansado.
Al finalizar, nos dejaron ir al jacuzzi, fuimos todos corriendo como desesperados para coger sitio en los asientos de hidromasaje.
Por suerte cogí sitio, y a mi lado se pusieron dos chicos de clase.
-Que suerte tenemos- dijo uno de ellos.
-Porque- pregunté
-Pues porque tenemos unas bellezas en clase.
-Y que lo digas- contestó el otro babeando- quien creéis que está más buena- preguntó a continuación.
- Sin duda las dos de ahí están muy bien- giramos la cabeza los dos hacía donde indicaba nuestro compañero.
-Y Valeria- dijo el otro, respondiendo al otro.
-Bueno, Valeria ya está fuera de lo normal. Valeria es un diez- comentó el primero.
-Y Mónica- pregunté yo, indicándoles con la cabeza.
-También está muy bien.- dijieron los dos.
-Y la monitora...
-Sí sí, también tiene buen cuerpo...
Siguieron hablando los dos mientras yo me iba, me estaba cansando de la conversación.
Valeria pasó en ese momento por delante mío,por fuera del jacuzzi, me miró, se agachó, y me dijo:
-Te vienes a la sauna- me pregunto.
Yo, encantado, afirme con la cabeza mientras me salía del agua.
Entramos en la sauna de eucalipto, era mi preferida ya que tenía un aroma muy refrescante, te liberaba las fosas nasales.
Estaba nervioso, no, lo siguiente. Estaba delante de la chica que me gustaba y además cuando miraba su cuerpo sudoroso y húmedo, me quedaba más paralizado. Parecía una película erótica. No paraba de pensar cosas impropias.
-Gracias por venir conmigo.
-De nada, pero como que querías venir conmigo, es que los demás no querían venir contigo- pregunté.
-No, sólo que quería estar contigo- me encantó.
Nuestros ojos no paraban de mirarse, seguimos hablando durante unos minutos, hasta que su belleza se iba desvaneciendo y volviéndose borrosa, justo antes de que mi cabeza tocará el suelo.