Capítulo 19

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Capítulo Diecinueve 

Atlas 

Ver a Freia ebria, al principio, era gracioso. Pero cuando empezó a desprenderse de su ropa, me empecé a preocupar por cómo sería el final de esta noche. No me equivoqué al pensar que acabaríamos mal. Yo nunca me equivoco, tengo ese sexto sentido, que nunca me traiciona.

Jenna y William también estaban muy ebrios como para mantenerse cuerdos. En más de una ocasión, Ludmila llamó a la puerta para comprobar que todo estuviera bien. Por suerte, no dejé que Ludmila viera todo lo que estaba haciendo su hija en esta habitación. Decidí cerrar la puerta con pestillo para no ser interrumpidos.

No sé qué mierda tenían esos bombones, pero de un momento a otro, Jenna y Freia, se estaban besando. No sabía ni dónde mirar o dónde debería meterme. Williams solo se sentó a comer más y más bombones con licor ¿De dónde sacaron tantas cajas de bombones?

Decidí levantarme y servirme un poco de ponche sin alcohol. No quiero terminar en el hospital con un paro cardíaco, no cuando mi doctor de cabecera esta más ebrio que mis amigas. Si mi madre se enterará de cómo está el Doctor Green en estos momentos, estoy segura que le da un paro cardíaco a ella antes que a mí.

Entiendo que eso sería una broma muy pesada de escuchar para otra persona. Por lo general, cuando la personas saben que sufro de un problema cardíaco, tienden a darme sus condolencias. Como si yo fuera un muerto en vida «lo que es completamente cierto», pero no creo que sea la manera de referirse a alguien que esta al abismo.

Subo las escaleras de vuelta a la habitación. No me he encontrado con nadie en la cocina, aunque me ha sorprendido la pulcritud en la que está todo. Es como si anoche no se realizará la "Fiesta del año" entra la élite escandinava. Se ve que no querían perder nada de tiempo para mantener todo en orden.

Sin embargo, tras lo que pasó anoche, no creo que la familia Nyberg quiera leer los titulares. Si yo estuviera en sus lugares, tampoco quisiera leer nada de ese estilo. Sería muy vergonzoso ver en la portada una fotografía de tus hijas insultándose y al borde de un colapso.

¿Cómo estará Seren? Tal vez está con una toalla helado sobre la cien, pues no puede calmar la migraña que le ha causado el incidente de anoche. Esta más que claro que no me agrada la hermana de Freia, no va con el pesimismo con el que yo veo la vida.

Así que entre más lejos esté de ella, muchísimo mejor. Me tropiezo con algo y me hace caer de bruces sobre el suelo. Subo un poco la mirada en busca de alguien, y mis ojos logran ver unas pantuflas típicas de conejo. No es ni Jenna ni Freia, de eso estoy cien por ciento seguro.

—¿Estás bien? —Seren me ofrece su mano para levantarme y la acepto por amabilidad. Puede que no me lleve bien con ella pero no debo ser descortés solo por eso.

—Sí, solo me tropecé con algo en el suelo. Buenos días, por cierto —. Seren me da una sonrisa de amabilidad, y por un momento puedo ver que no es tan mala como lo suele decir Freia o Jenna.

—¿Quieres ir a desayunar? —A mi cerebro le cuesta un poco procesarlo todo. No cuadran las versiones de Seren que tengo grabadas en mi cabeza.

—Está bien, solo déjame cambiarme de ropa. Vuelvo en unos minutos —. Acepto. No tengo nada que perder.

—De acuerdo, te esperaré en la cocina.

Entro a la habitación y todo está como lo había dejado antes de irme a la cocina, hecho un desastre. Jenna y Will siguen dormidos juntos y Freia tiene el cabello sobre sus cara. Tomo mis cosas y me voy a la cocina, no sin antes dejarle un mensaje a Freia diciéndole que me había ido a desayunar.

Encuentros Inesperados +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora