El gato

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El gato.

La primera vez que la vio, pensó que sería divertido meterse con ella y aterrorizarla un poco. Era una princesa caprichosa que se había separado de los suyos para inspeccionar el bosque. Naturalmente, acabó perdiéndose entre los árboles.

Y ahí estaba él, observándola desde una de las tupidas ramas, ansioso por toda la diversión que pudiera obtener con esa chiquilla. Fue fácil transformarse en una criatura monstruosa y aterrizar frente a ella mientras le enseñaba los afilados colmillos. Ahora no recuerda la bestia elegida, pero es incapaz de olvidar la expresión de terror en el rostro de la princesa.

Así como tampoco olvida sus gritos y la forma en la que intentó huir de él, y mucho menos cuando, atrapada bajo sus enormes patas, suplicó por piedad con los ojos llenos de lágrimas. Una vista fabulosa que —lamentablemente— no puede repetir.

Luego, la bruja se apareció en su pedazo de bosque, alertada por los gritos de la princesa. Ella lo obligó a separarse de la niña y él no tuvo otra opción que obedecer. Sin embargo, no lamentó tener que hacerlo en ese momento, porque pensaba que la bruja tomaría su lugar para jugar con ella. Oh, que ingenuo fue.

Crookshanks jamás imaginó que Hermione mostraría piedad. Él confío ciegamente en que también se divertiría atormentándola y al final —tal vez— pediría una jugosa recompensa por ella. Él pensó que, después de que escoltara a la princesa de vuelta al castillo, convertido en un inmenso e intimidante dragón, volvería a echar una siesta en su nueva mansión mientras recibía millones de atenciones de sus fieles sirvientes. Todo eso sería cortesía de los reyes y sus inmensas riquezas, por supuesto.

Pero sus fantasías murieron cuando se coló en su habitación, varias horas después, y las vio. Ellas no estaban haciendo nada malo, claro que no, pero la forma en la que se miraban... No lo sabía entonces, porque el pensamiento fue inconcebible en ese momento, pero ahora está seguro de que fue amor a primera vista. Puaj. Asqueroso.

La joven y malcriada usurpadora se llama Bellatrix, como una de las muchas estrellas que habitan en el inmenso cielo. Además de su nombre singular, no tiene ningún otro atributo que la haga resaltar por encima de las otras chicas, ella es malcriada, testaruda e infinitamente insoportable. Crookshanks lo sabe y la odia como nunca ha odiado a nadie antes, así que no puede entender porque Hermione está tan maravillada con ella.

Las dos son tan diferentes entre sí que incluso él, que conoce tanto de las relaciones como el mar, sabe que su relación no está destinada a prosperar. Bellatrix es una princesa consentida y caprichosa, y Hermione es una bruja asombrosa e inteligente. Ellas no tienen nada en común, sin embargo, eso no las detuvo de besarse apasionadamente tres días después de que se conocieran.

Crookshanks creyó que era repugnante y apresurado, una de las cualidades más asquerosas de la raza humana. Pero ni siquiera el asco que sintió al verlas comerse la boca se comparó con el que se apoderó de su cuerpo cuando las vio reír bajo la noche estrellada. Ni cuando las vio acurrucarse juntas en el colchón después de un largo paseo por el bosque. Y mucho menos cuando, escondido detrás de la puerta de la habitación, las escuchó susurrar palabras tontas y apasionadas.

Observó con horror como la princesa se ganaba el corazón de Hermione y vio en primera fila a la bruja enamorarse perdidamente de esos ojos oscuros y traicioneros. Eso estaba muy mal, muy, muy mal. Ellos son dos desde que tiene consciencia: Hermione lo había adoptado cuando era un pequeñajo que apenas podía andar en dos patas y no se han separado jamás. Están juntos desde entonces. Ellos son dos. Crookshanks es el todo de Hermione, su único y más fiel compañero en el bosque. Ellos son dos, lo han sido desde el comienzo de su historia, y la chiquilla malcriada no puede quitarle lo más valioso que tiene en el mundo.

La princesa, la bruja y el gato | BELLAMIONE AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora