OO1. Mi inspiración.

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Su padre se había quedado sorprendido ante la inesperada pregunta de su pequeña hija

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Su padre se había quedado sorprendido ante la inesperada pregunta de su pequeña hija. No esperaba que una cuestión tan profunda surgiera en ese momento.

—Mi hermano...—respondió, mientras sus ojos se perdían en el cielo nublado. La tristeza en su voz era clara. —Siempre que yo caía, él aparecía en mi mente diciéndome: "Si tú mueres, ¿quién me va a proteger?"—añadió, como si aquellas palabras aún resonaran en su corazón.

—¿Cuál es la mía, papá?—preguntó la niña, mirando fijamente a su padre, mientras tomaba con suavidad su mano, buscando consuelo en ese gesto simple pero significativo.

—Ahora lo sabrás...—respondió él con una sonrisa melancólica, como si en ese momento estuviera revelando algo más profundo de lo que las palabras podían expresar.

—respondió él con una sonrisa melancólica, como si en ese momento estuviera revelando algo más profundo de lo que las palabras podían expresar

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Poco después, en otra parte de la casa, un niño, visiblemente inquieto, se acercó a su madre, quien lo observaba con una sonrisa suave.

—Mamá... ¿a quién voy a conocer?—preguntó el niño, con curiosidad en los ojos.

—A tu hermana mayor, Itachi.—respondió la madre, acariciando la cabeza de su hijo con ternura. —Mira, ya llegó.—añadió, señalando hacia la figura que se acercaba.

—Hola, Mikoto, cuánto tiempo.—dijo una mujer, posando sus manos sobre sus caderas, con una actitud relajada pero confiada.

—Hola, Kiyozu.—respondió Mikoto, asintiendo con una sonrisa amistosa.

La madre se agachó ligeramente, mirando a su hija con una expresión cálida.

—Mira, mi niña, ese de ahí es tu hermanito menor.—dijo Mikoto, señalando a su hijo, que observaba con una mezcla de nerviosismo y emoción. Se agachó a la altura de su hija, sonriéndole suavemente.

—¿Él... es mi hermano?—preguntó la niña, tocándose el cabello con un gesto nervioso, como si no pudiera creerlo del todo.

—Itachi, ve con ella, yo hablaré un momento con Kiyozu.—le dijo Mikoto a su hijo, con una mirada sabia.

—Está bien.—respondió él, asintiendo antes de caminar hacia la niña, que lo miraba con incertidumbre.

—Hola.—saludó tímidamente Itachi, extendiendo la mano.

—Hola...—respondió la niña, insegura de cómo comenzar la conversación.

El silencio que siguió fue incómodo, ambos sin saber muy bien cómo socializar, como si las palabras se atascara en sus gargantas.

De repente, apareció Yaguma, revolviendo su cabello con una sonrisa en los labios.

—Te llamas Itachi, ¿no es así?—preguntó, sonriéndole de lado con un brillo juguetón en sus ojos. —¿Entrenamos?—añadió, con una expresión llena de confianza.

—Sí, está bien.—respondió Itachi, sintiéndose un poco más seguro al estar rodeado por la presencia de la azabache, quien lo hacía sentir protegido, como si todo fuera posible bajo su compañía.

—respondió Itachi, sintiéndose un poco más seguro al estar rodeado por la presencia de la azabache, quien lo hacía sentir protegido, como si todo fuera posible bajo su compañía

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Horas después, en otro rincón de la casa, la niña se acercó a su padre, que estaba sentado en un sillón cercano. Con una mirada decidida y el corazón firme, habló.

—Papá.—dijo ella, captando la atención de su padre, quien la miró con curiosidad.

—Dime, hija.—respondió él, sonriendo levemente.

—Ya sé quién es mi inspiración.—le dijo ella, con seguridad en sus palabras, mirando a su padre directamente a los ojos, como si por fin hubiera encontrado lo que tanto había buscado.

ALONE.   shisui uchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora