‣ⅠⅠ Cuarto año - Pt.1

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«Voy a quedarme en Corea del Sur»

Fue lo que YiXing le escuchó decir a JunMyeon, pero no podía estar muy seguro sobre lo demás, ya que después de decir esas palabras, su cabeza empezó a dar vueltas y todo se escuchaba tan distorsionado como si estuviera hundiéndose en aguas profundas.

Lo siento tanto —dijo JunMyeon entre lágrimas antes de cortar la llamada.

Durante las últimas noches había estado soñando con este momento, el miedo de que se cumpliera lo mantenía recreando la misma escena durante muchas noches, y esto al fin estaba ocurriendo. Su pesadilla más grande se volvía realidad. Para ser sinceros, no era algo sorpresivo, tal vez al principio lo hubiera sido, pero conforme el tiempo pasó, las señales se volvieron más claras. Así que, no podía decir que no lo esperaba, pero no dejaba de ser impactante.

YiXing estaba decepcionado, no con JunMyeon, sino de sí mismo. Había sido tan terco como para cegarse a las falsas esperanzas que los dos crearon. La vida no funcionaba de esa manera; era momento de crecer.

En los siguientes días, YiXing y JunMyeon no se comunicaron, ninguno de los dos envió siquiera un mensaje para saber si habían comido, si habían dormido bien o si se encontraban en buen estado. No hubo nada, solo silencio. Y el cansancio físico y mental, por el trajín del día, fue desplazado de su papel como el culpable de arruinar su moribunda relación, para ser reemplazado por un sentimiento común y bastante conocido por todos: el miedo.

YiXing se sentó en el sillón de su sala, aprovechando la soledad de su casa, y se puso a pensar en su relación. Hizo un recuento de las cosas que habían hecho para seguir en contacto; llamadas, mensajes de texto, vlogs diarios, sexo telefónico, cartas y otras cosas más que estaban a su alcance. Llegó a la conclusión de que lo habían intentado todo.

Suspiró exhausto y se dejó caer sobre el sofá con una lata de cerveza en la mano. El sonido de la anilla llenó por completo la solitaria habitación.

—Ah... —resopló. Estaba tan cansado de esa angustiosa soledad.

Miró hacia al frente, resuelto a reflexionar sobre sus decisiones pasadas y las acciones que los habían llevado hasta ese punto. Necesitaba hallar una respuesta, de lo contrario, su cabeza explotaría pronto. Sin embargo, en medio de la nada, la duda se volvió aun más grande, y la misma pregunta se hizo presente una vez más:

—¿Cómo rayos llegamos a esto?

¿Por qué se había vuelto tan difícil mantener una relación con la persona a la que más conocía en el mundo?

O tal vez el problema real era ese... Que ya no se conocían tan bien.

Cómo deseaba retroceder en el tiempo para abrazar de nuevo a su amado, al menos por un segundo, tan solo un segundo más bastaba para aliviar el dolor de su afligido corazón.

Sí que habían sido tan ingenuos como para creer que su amor lo podría todo, pero qué sabían ellos de amor, si eran unos jóvenes en sus tempranos veintes cuando empezaron esto. Hasta su primo fue más sensato al advertirle de los problemas que se avecinaban. En realidad, no es que no lo supiera desde el principio, mas bien eligió cerrarse a la posibilidad de un final. Vaya ironía, ahora estaba a una línea del deprimente desenlace.

YiXing se llevó la lata a la boca para darle otro sorbo a su bebida, pero se detuvo en cuanto escuchó un ruido en la entrada de la casa. Se alertó al instante, ya que no esperaba invitados; sin embargo, unos segundos después, una figura conocida atravesó el marco.

—¿Xing? —Era YiBo entrando con la trituradora del despacho de su padre—. ¿Qué haces aquí? ¿No tenías un examen esta noche, así que por eso no podías a la reunión de la abuela?

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