La brisa chocaba con mi rostro de forma severa mientras la oscuridad iba desapareciendo de a poco.
Cuando mis ojos se aclararon por completo pude apreciar el lugar en el que me encontraba.
Pasando saliva de forma nerviosa giré mi cabeza en ambas direcciones analizando la situación.
Estaba en un acantilado y aunque la altura era considerable no estaba en la parte más alta, pues una barrera de rocas se extendía a ambos lados de la especie de cornisa en la que me encontraba y detrás de mi más roca se alzaba directo al cielo rojo con nubes que más que blancas parecían de un color rosáceo, tal vez por la acción de la luz que iluminaba aquel extraño cielo.
Ni siquiera sabía donde me encontraba, lo único que podía apreciar en ese momento y de lo único que tenía certeza era de que había muerto y que probablemente me encontraba en el infierno.
Mi cuerpo se encontraba con todos los vellos erizados, sin ninguna prenda cubriendo la desnudez de este y mi cabello ondeando libremente a mis espaldas gracias a aquel viento que soplaba fuertemente ante la altura tan desmesurada en la que me encontraba.
Solo nubes se podían apreciar más adelante en donde la extensión de tierra se acababa.
Mi boca se abrió de forma rápida intentando adquirir la mayor cantidad de aire al sentir como todo se caía encima de mi como un balde agua fría.
Mi mano se elevó hasta mi boca y la cubrí para evitar dejar salir el sollozos que amenazaba con romper el silencio tortuoso de aquel lugar en donde solo la brisa marcaba el ritmo.
Estaba muerta.
Y en el infierno, pues estaba segura de que en el cielo no había una sombra tan oscura con la forma de un hombre.
Una sombra que transmitía miedo y desasosiego a todo mi ser mientras se mantenía inmóvil en la orilla de aquella cornisa.
Quise alejarme, ir hasta la parte más profunda de aquel pedazo de tierra en aquel enorme acantilado, pero se me hizo imposible, pues ya no podía mover mi cuerpo como quería.
Ambos de mis brazos decayeron a mis costados y la desesperación me invadió al escuchar una voz en mi cabeza.
—Salta —una orden suave, sutil y lanzada en un susurro calmado que solo me desesperó aún más.
Y mi cuerpo se volvió una marioneta, la cual fue manipulada por el titiritero frente a mí.
Ese bañado en oscuridad y sentimientos oscuros que solo estaba desesperando mi ser a niveles desorbitantes.
Gemí frustrada al sentir mis pies moverse hacia la orilla muy cerca de aquel ser oscuro.
Quise retroceder, frenar los pasos apresurados que me estaban llevando hacia una acción suicida. Las lágrimas se deslizaron de mis ojos siendo lo único que realmente podía controlar y una vez en la orilla me detuve por unos segundos.
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Mely
ParanormalYo era una chica muy bromista, que bromeaba con cualquier cosa a su alcance haciendo chistes que según yo no tenían el más mínimo sentido pero que de una u otra forma te hacían reír. Bueno, pues bromeé con mi mejor amiga a cerca de que me iría al i...