15. La pijamada

4 1 1
                                    

Grace

Ya se me acabaron las preguntas—confesé entre risas.

—A mi igual—respondió Alex igual de sonriente—¿Tienes hambre?

—Si un poco

—Vamos a cocinar algo, tenemos todo el refrigerador para nosotras—menciona parándose y yo la seguí.

Entramos a la cocina, todo iba normal hasta que lo vi, ahí preparándose lo que parecía un sándwich como de tres pisos.
Al notar nuestra presencia volteo y nos escaneo a las dos, aunque me quede estática al ver que traía su camisa toda desabotonada, dejando a la vista su pecho y ese tatuaje de algún garabato extraño que no entiendo pero se ve tan sexi, su cabello estaba desordenado y dorado como siempre.

—¿Qué haces?, tápate—dijo Alex lanzándole un trapo.

—Te recuerdo que estoy en mi casa—dijo tomando el trapo y lanzándoselo devuelta.

—Si pero por si no lo has notado, hay visita y no creo que le agrade mucho verte—dijo Alex examinándolo con la mirada.

Uy si supieras.

Con eso último Cameron dirigió su mirada hacia mi y yo como toda una tonta desvíe la mía a nada más y nada menos que el bote de basura, como si fuera más interesante que semejante espécimen que tengo enfrente mío.

—No, creo que le moleste mucho—murmuró Cameron casi inaudible, yo si le escuché pero puede que Alex no, pues ella empezó a sacar cosas del refrigerador para prepararnos algo de cenar.

—¿Te parece si preparamos unas galletas?—volteo repentinamente Alex alzando una bolsa de chispas de chocolate.

—Es una muy buena idea—sonreí.

—¿Y tú qué?—Alex miro a su hermano que seguía recargado en la isla—¿Te quedarás ahí mirando o ayudarás?, si ayudas puede que te invitemos una.

Mire a Alex y después a Cameron esperando a que el mencionado se negara a ayudar y se fuera para que así por fin yo pudiera respirar porque tengo tanto aire en los pulmones que podría inflar todos los globos de la casa de up.

—Bien, las ayudaré—dejo su plato a un lado—pero yo no voy a lavar ni un solo plato.

Maldije en mi interior, pero por alguna razón también me alegro que se quedara.

—Si sabemos que ser útil no es tu fuerte—finalizó Alex— iré por mi bocina al cuarto, necesitamos música aquí—asentí y salió rápidamente.

La seguí con la mirada solo para aceptar en la situación en la que me encontraba en este momento. Así es; estaba sola, con él mirándome como león apunto de cazar.

Carraspee y me incorpore bien, no podía seguir ahí parada esperando a que mi cerebro forzara a mi boca a decir algo.

—Me puedes decir dónde están las cosas para empezar a acomodarlas—lo mire

—Valla hasta que hablas, pensé que te habías quedado muda—dijo y comenzó a caminar hacia mi.

Ay no, ay no.

Cuando solo somos nosotras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora