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— ¿Cuándo dije que organizaría la pelea de Baji contra un gato? — Koko gruñó. Anteriormente había mencionado que organizaría la pelea del de afilados colmillos y el enano con instintos protectores solo porque cobraría por ver esta. Dinero. — Sabes que . . . pensándolo bien si organizaré esta pelea, dinero es dinero. —
— Koko, cierra la boca. — Inui le miró mal mientras cubría su boca con elegancia.
— Si, bebé. Como ordenes. — Koko sonrió al ver el tenue sonrojo en el pálido rostro contrario, Inui era muy difícil de leer pero su novio no perdía la oportunidad de sacarle de sus casillas cada que podía, adoraba verlo nervioso rompiendo esa faceta de supuesta seriedad.
Peke J vs. su padre, Baji Keisuke.
La pelea del siglo.
Probablemente se preguntarán cómo pasó esto.
Los primeros días que Peke J estuvo en la casa de la pareja fueron muy dulces, el pequeño minino de dos meses rogaba por constante atención frotándose en las piernas de sus dueños y maullando suavemente mientras estiraba sus cortas patitas ronroneando tiernamente. Todo fue dulce hasta que Keisuke comenzó a ponerse terriblemente celoso de la atención que el gatito recibía por parte de su novio y es que Peke J interrumpía los besos de la pareja poniendo su patita peluda y cortita en la boca del mayor para alejarlo del rubio, también cuando le maullaba en desagrado por acercarse a Matsuno. En conclusión, el gatito negro se estaba adueñando de su novio.
Así comenzaron las peleas por la mano de Chifuyu.
Chifuyu reía de vez en cuando ante la imagen de su novio amante de los gatos pelear con su propio gato por atención. Cada vez que Peke J dormía Keisuke aprovechaba para tener sus momentos de terapia y hacer sonrojar a su pequeño novio con besos tiernos ; besos un tanto húmedos, apretones en su cuerpo, mordidas y susurrándole cosas íntimas al oído con el fin de ponerle extremadamente nervioso pues adoraba presenciar estas enternecedoras reacciones tan dignas de alguien puro.
— Baji-san no le grites al niño. — Chifuyu amenazó desde la sala de la cocina mientras comía un chocolate.
— ¿Qué esperas que haga? Estoy frustrado porque no me deja acercarme a ti. — Baji observaba como Peke J amenazaba con rasguñarle si se acercaba, había un ambiente tenso mientras ambos pelinegros se miraban fijamente reflejando la muerte en sus ojos, ni una mosca se atrevía a pasar por en medio de ellos. Finalmente el oji-azul tomó en brazos al gatito y lo miró con sus ojitos entrecerrados como advertencia de su mal comportamiento.
